sábado, 9 de septiembre de 2017

Dedicatoria de un silencio


Desde que la vi supe que había cierta conexión. Era muy bonita desde ya, pero encontré por primera vez una situación extraña en mi cuerpo, algo que no llegaba a vislumbrar bien que era, ni de qué zona en particular venía, podría decir que hablo de una sensación más bien que me cubría por completo. Se expandía por momentos un poco más allá de mis límites y me dilataba el cuerpo, era algo que sentía en la parte externa de la piel, una sensación similar a como cuando uno se encuentra afiebrado.
Convivía con eso durante un lapso de tiempo y luego me abandonaba. Era extraño, porque no me volvía triste, tampoco feliz, sino que era una perturbación neutra. Algo que iba y venía. Entendí que ese estado iba, cuando me separaba de ella y venia cuando se acercaba. Era una cuestión de distancias.
Ni siquiera y esto podrán no creerme, me hacía falta verla para saber que estaba cerca. Era como si hubiese un radio preestablecido en mí, en el cual cuando ella entraba,  yo inmediatamente la reconocía.
Las demás personas se daban cuenta de lo que me ocurría. Digo, me notaban raro y hasta me han preguntado si me sentía bien, como si mostrara rasgos de que algo andaba mal. Mi cuerpo me delataba. Entraba en un nivel de nerviosismo tal, sabiendo que la podría ver en cualquier momento, que me hacia actuar, pero para no defraudarla con mis actitudes. Era una máscara, para ocultar todo lo que me pasaba, porque mi yo en esa temprana edad no tenía aún la demasiada confianza como para mostrarse tal cual era. Hasta mis novias notaban algo extraño. Todas en algún momento de la relación mostraban celos o me hacían saber de su incomodidad hacia ella. Yo no daba motivos, ni había situación que sea la detonante de estas actitudes. De hecho había momentos en los que realmente la olvidaba y ellas la volvían a traer a mi vida. Para mí con solo verla a ella sin saber todo esto, ni las situaciones juntos que hubiésemos tenido, notaban lo que generaría en mí. Y pienso que no la juzgaban por una cuestión meramente superficial ni de algún tipo de belleza que presentara, sino porque se sabía que había una conexión, que iba más allá de lo corporal y traspasaba  a lo espiritual.
No solo eso la volvía a traer a mi vida. Escuchar que alguna otra mujer tenía el mismo nombre, no sé por qué, pero me hacía pensar que me conectaría con ellas. Como que proyectaba en cada una eso que había sentido y me hacía creer que eran especiales de antemano cuando no debía por qué ser así.
Hubo situaciones que confirmaban lo que yo siempre pensé y quizá hubo más que no, pero son estas las que recuerdo porque justamente justifican mi accionar. Esta distancia en la que nos encontramos desde hace mucho tiempo, es en parte por culpa mía. Ella hizo su parte y se abrió a mí, y yo para tenerla la ignoré. Manifestarle lo que siento, romper el silencio, es en parte arriesgarse a perder esa conexión, es que todo esto no tenga ningún tipo de sentido. Se encuentra basado en un instinto de supervivencia. Y aquí estoy, vivo pero incompleto.