lunes, 19 de octubre de 2015

El duende


Esa tarde todo lo que me rodeaba me recordaba a mi abuelo, no sólo el libro de Bioy Casares que iba a ver si conseguía en el Parque Rivadavia, con anotaciones y subrayado como a mí me gusta leerlos. A él también le gustaba leerlos así, porque decía que venían dos historias en una.
Me encontraba más sensible de lo que acostumbraba y era como si me quisiera anunciar algo secreto en un código que solo nosotros podríamos comprender.
El pasto que sangraba por culpa de los adolescentes enamorados, por ejemplo, me transportó a su reproche cuando me cazó despedazando el verde del jardín. Esa vez me explicó que no arrancara la flor porque moría, sino, más bien, que la admire, que la huela y que le hable. No se imaginan el poder que tienen nuestras voces sobre las flores. Con los animales también funciona. Siempre que puedo transmito esta enseñanza que parece haber sido meditada por un monje budista. Una vez leí que una flor observaba como la cuidaba una persona y que con la ayuda del viento aprendió a hablar y susurró bajito: "Es como una flor". Espero tener la suerte de escuchar que alguna diga eso de mí.
Los puestos de venta y compra de libros, que componían en su conjunto un perfecto trazado medieval, me recordaron cualquiera de las villa miseria que conocía, que las relacionaba directamente a su dura infancia en Rosario con sus llamados tíos y mal llamados familiares.
Llevaba a cuestas, el orgulloso pasatiempo de vivir en la calle durante 6 meses en la búsqueda desesperada de su madre, que se encontraba en alguna casa adinerada de Buenos Aires laburando de mucama.
Ese lapso le bastó para aprender lo necesariamente duro de la vida y querer heredarme esas historias y experiencias para que no sea un ignorante de la realidad. Lo cierto es que uno siempre discrimina y que lo importante es saber de que lado se está del muro.
En mi itinerario varias cosas me emulaban a el. Pero más que cualquier otro estimulante, aquellas personas que detrás de la muralla de libros, jugaban una furtiva partida de ajedrez. Sus silencios, llevaban a pensar en el dramático hecho de que tramaban algo o que irían a conquistar el parque montados a los caballos al grito de "jaque!". Mi abuelo tenía el don de saber cuando romper el silencio. Le tenía mucho respeto.
Explicaba que para no pelearse en el día a día, lo escribía. No comprendía el mundo y su lugar para cambiarlo siempre fue el papel.
Creía que era de esa gente que se cree un estorbo en su propia casa, pero con el tiempo descubrí que era más por el hecho tal vez inconsciente de que nunca pudo adaptar su libertinaje a cuatro paredes. Se sentía preso en las casas, le daban claustrofobia. Un trauma seguramente enraizado durante su vagabundeo adolescente. Una de esas cicatrices se hacía notar también en la cantidad de comida que hacía. Siempre casi para el doble de los que estábamos presentes. Solía traer gente de la calle a comer a casa, era muy divertido conocer gente nueva para mí. Mi vieja y mi abuela nunca fueron muy simpáticas con esta modalidad. De hecho, cuando me mandaban a dormir, escuchaba los griteríos entre ellas dos y él. Más de una vez quise levantarme a hacer esa guerra interminable más pareja. Habiendo transcurrido 20 años de estos episodios, ¿cómo no estar de su lado? Hay cosas que no entendía en mi niñez, y que para mi eran obvias.
Nos contó una vez que durante meses después de andar mendigando, se levantaba chupándose el dedo. Acotaba a la historia "cuando hay hambre parece que uno se vuelve cavernícola de sí mismo, y si también se encuentra en soledad la mente se encarga de masticar el corazón"
Lo curioso es que me acuerdo de su cara, su manera de pensar, de andar, sus cagadas a pedos, pero lamentablemente lo primero que uno olvida de alguien que se va, es su timbre de voz. Me cuesta procesarlo, pero no puedo hablar con él.
Hoy en este parque, entre tantos libros con historias, tableros de ajedrez y abuelos silenciosos disputándose el trono del rey, lo recuerdo mudo y es por eso que nos comunicamos así: el se me presenta en secreto y me muestra la esencia de las cosas. En una flor, en la corteza de un árbol y su savia, en la sonrisa de una mujer, en la luz iriscidente de un fuego que comparto con mis amigos, en el dulzor de un vino añejo, en el brillo de unos ojos verdaderos y hasta en un cielo nublado que baña a las almas con la misma tonalidad. También se me aparece en lo impalpable: en la inocencia de un niño, en la distancia que separa a dos personas que se aman y hasta en el silencio entre una nota y otra.
Mi tarea en esta conversación, se resume simplemente en transcribir sobre esa esencia que él me muestra todos los días con sus apariciones entre los vacios de las cosas. Si alguno lo está pensando, si, para mi, mi abuelo es Dios.

“El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja
No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hierro,
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha.”
J.L.Borges

lunes, 28 de septiembre de 2015

Las drogas no funcionan


10:00. La primer alarma. Micofenolato sódico 120mg y meprednisona 4mg con ayuno de 8 horas. Me traen algo de comer antes de que suene la alarma de las 11:30am. Hasta las 10:30 puedo tomar lo que quiero, en caso de pasarme del horario, las pastillas no logran hacer efecto. No voy a mentir, en más de un contexto feliz, poco me importó que no cumplan con su función. Nunca me arrepentí, sobretodo en los asados con mis amigos o al despertarme con alguna mujer que quisiera.
Ya desperezado, un sonido monofónico y molesto me anuncia las 11:30hs. Es el medicamento con mayores efectos secundarios y también el mas caro. Sirolimus 2mg y 3mg, dependiendo el día. Un día 3, otro 2 y así sucesivamente alternando. Estoy más agradecido con la vida cuando me levanto y recuerdo que sólo tengo que tomar 2mg. Me hace sentir invencible, lo que quiere decir que me pienso sano. Me mezclo con la humanidad y me siento parte, cumplo con mis tareas.
Los días que tomo 3mg es diferente. Soy más desestructurado, y busco el camino hacía mí mismo. (¿Acaso estamos aquí para otra cosa que no sea esa?). No entiendo al hombre y me hallo aislado de todos, como un bicho raro. Estoy más sensible. Son los días que escribo, leo mucho, saco fotos y toco la guitarra o canto. Si no tengo ganas de hacer algo, simplemente no lo hago, ya bastante me coartó la libertad el sistema como para andar reduciéndomela a mí mismo. Vivo el aquí y ahora.
12:30. Pico algo antes de almorzar, mientras siento el calor del sirolimus haciendo su cometido y extendiéndome el destino. Nace en la espalda, corre como un hilo por la cadera y sube hasta la nuca como un látigo. Tomo mucha agua y fría en lo posible. No sé por qué (los médicos tampoco) me queman las manos. Tipo 13:30 se van esas sensaciones.
13:30 a 14:00. La media hora de la normalidad.
14:00. Como indica mi rutina no sólo medicinal, sino alimentaria que me inculcaron (¿acaso la comida no es medicina también?) y algunas veces hasta conciente de no tener hambre, almuerzo.
Sin sal, poco y nada de harinas, y si hay verduras tienen que ser lavadas con una gotita de lavandina, para matar todos los gérmenes que me podrían causar una infección.
(¿No infectaron mi libertad con horarios y calendarios ya?¿No es peor esto para alguien que busca la conciencia?)
14:30. Furosemida 40 mg. Diurético . Para contrarestar la retención de líquidos que causa la meprednisona. Causa deshidratación, sed (boca muy seca), somnolencia y algo que experimento yo sólo al tomarla, taquicardia. Nunca se enteró la médica o lo disimula muy bien, pero la suplanté hará un tiempo, por una hierba que me recomendó una vecina de esas que a todo síntoma le encuentran algún medicamento milenario. En el último estudio paso desapercibido este valor.
17:30. Eritropoyetina 4000 UI. La inyección no es cara, su problema es la aplicación por alguien especializado, imposible de pagar. Aprendí viendo como me la daban a mí. Un día me pedí día de estudio en el trabajo sólo para tener el valor necesario y apuñalarme la dosis. Repase las imágenes una por una en mi cabeza y me escribí los pasos en mi cuaderno. Desde ese día me la aplico yo. Al principio en el brazo, después por la hinchazón y el dolor, pasaron en el abdomen, y por causa de una infiltración ahora me pincho la entrepierna.
Sirve para combatir la anemia causada por el micofenolato y el sirolimus. Ayuda a la creación de glóbulos rojos. Los efectos secundarios como naúseas llegan hasta las 21:00 aproximadamente.
21:00 a 22:00. La hora de la normalidad.
22:00. Micofenolato 360mg. Para tomarla con la cena, así se digiere mejor. Somnolencia. Tengo que esperar una hora más, no me puedo dormir aunque el cuerpo me diga lo contrario.
23:00. Vitamina D2. Para retener el calcio. Efectos como problemas respiratorios, dolor torácico, erupción cutánea, y picazón. Es simpático el envase a simple vista.
02:00. Empieza el horario de ayuno.
(Mientras veía el último estudio de laboratorio, la doctora me notificó que iba a haber un cambio en la medicación. Con la cara ida y evadiéndome la mirada me anunciaba que iba a tomar 3 mg de sirolimus todos los días y de por vida. Nunca fui tan feliz como desde ese instante en que tuve que tomar conciencia que en algún momento me iba a ir y que morir no era tan terrible. Ahora soy libre.)

02:00 a 10:00. Soñar.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

"Demian" de Hermann Hesse.


"Si no fuéramos algo más que seres únicos, sería fácil hacernos desaparecer del mundo con una bala de fusil, y entonces no tendría sentido contar historias."

"La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo..."

"Podemos entendernos los unos a los otros; pero interpretar es algo que sólo puede hacer cada uno consigo mismo."

"Yo era un extraño entre ellos y sentía que mis vestidos y mi manera de comportarme les provocaban,"

"Fue el primer resquebrajamiento de la divinidad del padre, el primer golpe a los pilares sobre los que había descansado mi niñez y que todo hombre tiene que destruir para poder ser él mismo."

"...me dio en seguida miedo del nuevo sentimiento..."

"Pero no se puede pedir perdón por algo esencial; y eso lo siente y sabe un niño tan profundamente como un sabio"

"Me veía sujeto por nuevas y absorbentes raíces al mundo extraño y tenebroso. Descubrí el gusto por la muerte; y la muerte sabe amarga porque es nacimiento, porque es miedo e incertidumbre ante una aterradora renovación."

"Ya sé que muchos no creerán que un niño de casi once años pueda sentir esto. Para ellos no escribo mi historia: se la cuento a los que conocen mejor al ser humano. El hombre adulto, que ha aprendido a convertir una parte de sus sentimientos en pensamientos..."

"...lo aceptaba como quien acepta lo inevitable..."

"No es necesario tener miedo de nadie. Si se teme a alguien, es porque ese alguien tiene poder sobre uno."

"La gratitud es una virtud en la que no tengo ninguna fe, y pedírsela a un niño me parece un error..."

"...nada hay más molesto para el hombre que seguir el camino que le conduce a sí mismo."

"...sólo me interesan los pasos que di en la vida para llegar a mí mismo..."

"Yo hice como todos. Llevé la doble vida del niño que ya no es un niño."

"Tenía de nuevo una atención profunda y silenciosa, casi fanática pero desapasionada."

"Observé el rostro de Demian y descubrí no sólo que no tenía cara de niño, sino que su rostro era el de un hombre; y aún más, me pareció ver o sentir que tampoco era la cara de un hombre, sino algo distinto. Era como si en aquel rostro hubiera algo femenino. durante un instante no me pareció ni masculino, ni infantil, ni viejo, ni joven, sino milenario, fuera del tiempo, marcado por otras edades diferentes a la que nosotros vivimos. Los animales suelen tener esa expresión, o los árboles, o las estrellas."

"Y es curioso: apenas surgió en el alma aquella sensación de concordancia con él, se reflejó también, como por arte de magia, en el espacio."

"Lo único que puede hacerse es observar atentamente a una persona; generalmente se puede decir luego con exactitud lo que piensa o siente y, por consiguiente, también se puede predecir lo que va a hacer inmediatamente después."

"Entre las mariposas hay cierta especie nocturna en la que las hembras son menos numerosas que los machos. Las mariposas se reproducen como los demás animales: el macho fecunda a la hembra, que pone luego los huevos; si capturas una hembra de esta especie, los machos acuden por la noche, haciendo un recorrido de varias horas de vuelo. Varias horas, ¡imagínate! Desde muchos kilómetros de distancia los machos notan la presencia de la única hembra de todo el contorno. Se ha intentado explicar el fenómeno, pero es imposible. Debe de tratarse de un sentido del olfato o algo parecido, como en los buenos perros de caza, que saben encontrar y perseguir un rastro casi imperceptible. ¿Comprendes? Ya ves, la naturaleza está llena de estas cosas, y nadie puede explicarlas. Y yo digo entonces: si entre estas mariposas las hembras fueran tan numerosas como los machos, éstos no tendrían el olfato tan fino. Lo tienen únicamente porque lo han entrenado. Si un animal o un ser humano concentra toda su atención y su voluntad en una cosa determinada, la consigue. Ése es todo el misterio. Y lo mismo ocurre con lo que tú dices. Observa bien a un hombre y sabrás de él más que él mismo."

"Es un hombre con carácter y los hombres con carácter, siempre quedan mal parados en la Biblia."

"Veo que piensas más de lo que puedes expresar. Claro que si es así te darás cuenta también de que nunca has vivido completamente lo que piensas; y eso no es bueno. Sólo el pensamiento vivido tiene valor."

"Lo "prohibido" no es algo eterno; puede variar. Por eso cada uno tiene que descubrir por sí mismo lo que le está prohibido. Se puede ser un gran canalla y no hacer jamás algo prohibido. Y viceversa. Probablemente es una cuestión de comodidad. El que es demasiado cómodo para pensar por su cuenta y erigirse en su propio juez, se somete a las prohibiciones, tal como las encuentra. Eso es muy fácil. Pero otros sienten en sí su propia ley; a ésos les están prohibidas cosas que los hombres de honor hacen diariamente y les están permitidas otras que normalmente están mal vistas. Cada cual tiene que responder de sí mismo."

"Hablamos demasiado - dijo con desacostumbrada seriedad -. Las palabras ingeniosas carecen totalmente de valor. Sólo le alejan a uno de sí mismo. Y alejarse de uno mismo es pecado."

"Así van cayendo las hojas de un árbol otoñal, sin que él lo sienta; la lluvia, el sol o el frío resbalan por su tronco, mientras la vida se retira lentamente a lo más íntimo y lo más recóndito. El árbol no muere, espera."

"Mi meta no era el placer, sino la pureza; no la felicidad, sino la belleza y el espíritu."

"Destino y sentimiento son nombres de un solo concepto"

"el libertinaje es la mejor preparación para el misticismo"

"es bueno tener conciencia de que en nosotros hay algo que lo sabe todo."

"El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El Dios se llama Abraxas."

"Lo que se desea con bastante fuerza, se consigue."

"¿Quizá estoy loco? - pensaba muy a menudo -,¿quizá no soy como los demás hombres?. Sin embargo, era capaz de hacer todo lo que hacían los demás."

"yo sólo intentaba vivir lo que pugnaba por salir de mí mismo; ¿por qué resultaba tan difícil?"

"Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la casualidad la que se lo proporciona, sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad conducen a ello."

"Tuve la sensación de que quien tocaba sabía que la música guardaba un tesoro y se esforzaba, afanaba y preocupaba por él como si se tratara de su propia vida."

"Todos expresaban lo que el músico llevaba en el alma: nostalgia, profunda comprensión del mundo y vehemente separación de él, ardiente preocupación por la propia alma, exaltación de la entrega y profunda curiosidad por lo maravilloso."

"Creo que me gusta tanto la música porque es poco moral. Todo lo demás lo es; y yo busco algo que no lo sea, la moral hace sufrir."

"Las raíces largas y fosilizadas de los árboles, las vetas coloreadas de la piedra, las manchas de aceite flotando sobre el agua, las grietas en el cristal: todas estas cosas habían ejercido antaño una gran fascinación sobre mí, sobre todo el agua y el fuego, el humo y las nubes, el polvo y, especialmente, las manchas de colores que veía girar al cerrar los ojos."

"La entrega a las formas irracionales, barrocas y extravagantes de la naturaleza produce en nosotros un sentimiento de concordancia entre nuestro interior y la voluntad que las ha producido."

"Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad. Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la evolución del pez y aún más allá, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas humanas."

"- ¿Para qué nos esforzamos si llevamos todo acabado en nosotros mismos?
 - ¡Alto! Hay una gran diferencia entre llevar el mundo en sí mismo y saberlo"

"Lo más importante que aprendí de él fue dar un nuevo paso en el camino hacía mí mismo."

"A usted le gusta la música porque no es moral. De acuerdo. ¡Entonces, no tiene usted que empeñarse en ser moralista!"

"No hay que temer nada ni creer ilícito nada de lo que nos pide el alma."

"Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que se encuentra en nosotros mismos. Lo que no está dentro de nosotros mismos no nos inquieta."

"Las cosas que vemos, son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro."

"Vivo en mis sueños y tú lo has notado. el resto de la gente también vive en sueños, pero no en los propios. Ahí está la diferencia."

"Pero no entiendo por qué un hombre que reprime su sexo va a ser más "puro" que cualquier otro. ¿O es que tú puedes eliminar lo sexual de todos tus pensamientos y sueños?"

"No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo."

"Lo que importaba era encontrar su propio destino, no un destino cualquiera, y vivirlo por completo."

"Sólo se tiene miedo cuando se está en disensión consigo mismo. Tienen miedo porque nunca se han reconocido a sí mismos. ¡Una sociedad de hombres que tienen miedo de lo desconocido que anida en ellos!"

"A la patria nunca se llega. Pero cuando los caminos amigos se cruzan, todo el universo parece por un momento la patria anhelada."

"Solitario tanto tiempo, conocí la comunión que es posible entre seres que han conocido la completa soledad."

"Nosotros, los marcados, parecíamos con razón extraños, incluso locos y peligrosos. habíamos despertado, o estábamos despertando, y nuestro empeño estaba dirigido a una mayor conciencia."

"Mientras nosotros, los marcados, creíamos representar la voluntad de la naturaleza hacia lo nuevo, individual y futuro, los demás vivían en una voluntad de permanencia."

"Sólo concebíamos como deber y destino el que cada cual llegara a ser completamente él mismo, que viviera entregado tan por completo a la fuerza de la naturaleza en él activa que el destino incierto le encontrara preparado para todo, trajera lo que trajera."

"Todos los hombres son capaces de hacer lo increíble cuando están amenazados sus ideales."

"Cuando llegue a pedir con la plena seguridad de que su deseo va a ser cumplido, éste será satisfecho. Sin embargo, usted desea y al mismo tiempo se arrepiente de ello con miedo."

"El amor no debe pedir, ni tampoco exigir. Ha de tener la fuerza de encontrar en sí mismo la certeza. En ese momento ya no se siente atraído, sino que atrae él mismo. Sinclair: Su amor se siente atraído por mí. El día que me atraiga a sí, acudiré. No quiero hacer regalos. quiero ser ganada."

"Comencé a intuir de qué modo se puede poseer un amor eternamente. A veces, leyendo un libro, descubría una nueva idea; era como un beso de Frau Eva."

"Nadie sueña cosas que no se refieren a él."

"El mundo quiere renovarse. Huele a muerte. No hay nada nuevo sin la muerte."

"Poco a poco me fue invadiendo la tristeza ante tanta felicidad, pues comprendía que no podía ser duradera."

"Siempre me había preguntado por qué tan pocos hombres vivían por un ideal. Ahora descubrí que muchos, casi todos los hombres, eran capaces de morir por un ideal; pero tenía que ser un ideal colectivo y transmitido, y no personal y libremente elegido."

"Sentía, por la extraña intermitencia de mi pulso, por la insensibilidad de mi piel al viento y a la lluvia, por la luminosa claridad interior, que cerca de mí había un guía."




Fotografía: Henri Cartier Bresson.

viernes, 4 de septiembre de 2015

El arte de mendigar


"¿Querés pasar?". Me lo dijo con la típica sonrisa que caracteriza a los que ven a un cómplice en el otro y no le dan mucho margen para decidir.
Era inglesa y no traía solo su acento. Tenía un carácter que no había encontrado en ninguna mujer en mi vida. Era inteligente, sabía dónde y cómo proyectar su energía. En poco tiempo había aprendido todo lo que le bastaba para tener las necesidades básicas cubiertas. Entre otras cosas, sabía invitar a un hombre a su casa.
Supuse apenas la vi, que había llegado sin saber siquiera decir no, pero con el tiempo descubrí que la negación no formaba parte de su vocabulario. Le daba absolutamente todo por igual y su estado de inacción era inalterable. Una mujer impertérrita, esas de las que causan más de un dolor de cabeza.
No pude explicarme nunca por qué me seducía más cuando fumaba: lo hacía después de cada comida y de acostarnos. Me podrán juzgar: ninguna mujer me cautivaba más después de dormir que antes.
Se podría decir que del fumar hacía una performance. No emitía sonido, lo hacía de manera absorta y era mejor no dirigirle la palabra en esos momentos, solo admirarla, como quien mira a un animal salvaje en su hábitat, a distancia y en silencio. Si uno se decidía a correr el riesgo, se encontraría frente a una bestia carroñando a su presa. Se transformaba. Inhalaba fuertemente desde la boquilla (con su aliento que aún recuerdo) y aceleraba la combustión, haciéndolo desaparecer en segundos. Arqueando el pecho repleto de humo y frunciendo el ceño mientras lo hacía, lo quitaba de su boca, y para terminar de desubicarlo a uno, chistaba. Creo haber visto que también se le erizaba la piel. No era una mujer fácil de tratar. De hecho, todavía su recuerdo es una gran cicatriz en mí.
Por esa época, mi vida iba cuesta abajo. Había descubierto el arte de inyectarme los brazos, que luego por un dolor intenso en las extremidades, pasaron a la parte baja del abdomen. Era una aplicación especial, no la podía colocar cualquiera y quien la diera cobraba una fortuna de la cual no disponía. Aprendí a suministrarme la dosis solo. La gente me veía sano, pero por dentro me desgarraba de dolor.
El trasplante, esa dosis y un cóctel de diez pastillas diarias era lo que me mantenía con vida. Sumado a eso, el enterarme de la enfermedad terminal de mi madre dio nacimiento a algo que nunca había experimentado: mendigar. No era cristiano, pero apenas terminó de confesarme sobre su cruz y después de tanto tiempo, entré a una iglesia ubicada en Avenida la Plata y Rosario. No sabía cómo hacerlo realmente pero pedí la cura de su enfermedad mirando a los ojos a un Jesucristo inanimado, pidiéndole por una señal de que todo iba a estar bien. Desde aquel día le tengo un gran respeto a quien suplica por una ayuda en la calle, ya que esperan en cada persona de traje que pasa, a un Dios que les proporcione la salvación.
A nadie le gusta hacerlo. Lo hacemos cuando toda acción de nuestra parte nos parece en vano, porque no depende de nosotros, sino de algo o alguien más.
Si la vida de ella dependía de un dios al cual le rogué, experimenté al tiempo, la misma sensación pero mal dirigida: el mendigarle amor a una mujer.
La había conocido en la casa de un tío, en la cual me quedaba a dormir con mi pareja de ese entonces. Al verla supe que quería tener una aventura con ella. La acompañe mientras mi novia dormía a la parada de colectivo y antes de que se fuera, quedamos en que le iba a conseguir marihuana. Me puse en contacto con ella cuando tenía el paquete, y me preguntó si le podía hacer el favor de llevárselo, que sería recompensado.
Estaba frente a ella ahora y me invitaba a pasar a su departamento. Acepte, ya no podía volverme atrás. Subimos. No dejé que mis sentimientos se transformarán en pensamientos y la besé. Todavía recuerdo el sabor de la felicidad de ese momento en mi boca. No dormimos en toda la noche. Agotado y acomodándome a admirarla soltó una pregunta que me descolocó: “¿Cuándo te querés ir?”. Con lo cual me fui inmediatamente de su vista y todas las veces que iba hacia lo mismo. Ella me remuneraba de esa forma. En mi interior y en silencio le mendigaba amor, pero supe que era inútil. Mi madre está sana y salva, pero nunca logré una muestra de afecto de aquella mujer con la comerciaba. El día que le confesé por primera vez lo que sentía no obtuve respuesta alguna, por lo cual la hice desaparecer de mi vida. Después de todo uno sacrifica lo que más ama.


Fotografía: Robert Doisneau.

lunes, 20 de julio de 2015

La paz rutinaria


Presentí algo, pero no llegaba a conectarme del todo con el sentimiento para vislumbrar si era bueno o malo. Había que estar preparado. 
Me destapé y me hallé desnudo. Fui cambiándome con lo que iba descubriendo en el cuarto y me sentaba al cuerpo. No me acordaba nada de lo que había pasado y se me partía la cabeza. Tomé una pastilla con lo poco que quedaba de cerveza en un vaso. Hice una arcada. 
Después, con mi característica tos nerviosa fui al baño. Me refregué los ojos y enjuagué mi cara. Oprimí de la boquilla de la pasta dental lo poco que quedaba sobre un dedo y me "lavé" los dientes. No me reconocí en el espejo. Controlé los dos perfiles, mi pelo enmarañado y salí abandonando para siempre a mi acompañante. Crucé el patio helado, cruzado de brazos y con el cuello contraído. Ya del otro lado abrí la ventana corrediza y la vi. Ella no se percataba de mi presencia aún porque estaba de perfil hablando con otra persona. Antes de que volteara y hagamos contacto visual por primera vez, imperó un nuevo deseo en mí: tener una aventura con ella.
Nos presentamos y me senté enfrente. A los cinco minutos mencionó que tenía que volver a su casa. No podía dejarla ir. Saqué provecho de que no sabía donde tomarse el colectivo, le hice un gesto con la mano a el dueño de casa para que se diera cuenta de mis intenciones y la acompañé.
La parada estaba solo a dos cuadras. ¿Cuánto tiempo tendría?¿Un minuto?¿Dos distrayéndola?
Cerré la puerta de calle sin tener la llave, retrocedí, llamé dos veces con un puño débil, esperé. Toqué el timbre al rato derivado de un silencio incómodo, esperé. Un amigo abrió, hice una broma zonza sobre mi olvido, largué unas risas forzadas, cerré lo más lento posible y seguí esperando un milagro. Supuse mal si pensaba que en ese tiempo robado al destino, iba a saber de qué hablar. Fue todo el acting en vano. Sinceramente ni una semana me habría bastado para lograr una estrategia en el estado de ansiedad en que me encontraba. Cada acto, cada acción, cada movimiento, había sido premeditado, calculado hasta el más mínimo detalle. Sabiendo que no es natural ir contra el tiempo y que el universo busca su equilibrio reproduciendo infinitas veces el presente que no aceptamos, postergué lo ineludible por una fracción de segundos, y se compensó aumentando mis pulsaciones. Tenía las manos transpiradas y temblorosas. Sentía calor en pleno periodo invernal de Buenos Aires. Me sentí vulnerable. Ella mientras , titiritaba de frío, estaba en paz, atenta a el presente y aceptando lo que la vida le designe. Eramos polos opuestos y congeniábamos. Sin decir nada le pasé la campera por la espalda , y ella sonriendo me rodeó en una seguridad que hacía mucho no sentía. Bajaron mis pulsaciones y me sentí a gusto.
Caminamos diez pasos y todavía no le decía nada. Para mi sorpresa, buscando algo en sus bolsillos me mostró una cajita de liyos. Hizo un gesto como si fumara con la mano. Pensé que necesitaba tabaco, pero me estaba pidiendo marihuana. Le dije que no tenía. Había dejado de fumar cualquier tipo de cosas hacía años cuando enfermé y me advirtieron que cuide mi salud si quería seguir vivo. Me iluminé (o no) y le dije que le podía conseguir. Me pasó el número del celular y quedamos en que le iba a avisar apenas supiera de algo. Mientras corríamos para alcanzar al colectivo atinaba a sacarse la campera para devolvérmela. Le dije que en otro momento me la iba a dar, en una salida capaz. Se subió, me hizo un gesto con la mano, sonrió de nuevo y desapareció. Mientras volvía a fumar, esta vez el humo del escape en donde se iba, me pregunté: - ¿Con que derecho entra a mi vida y la convierte en un hermoso lío? 
Tras recibir un mensaje de ella que decía "gracias" todo valía la pena, hasta renunciar a la monótona paz que con trabajo y esfuerzo habíamos logrado con la mujer que dormía a mi lado la noche anterior.




jueves, 16 de julio de 2015

Diseñar es escribir


Hace unos años estaba en crisis con la arquitectura, estuve a muy poco de irme aunque no se lo había dicho a nadie en su momento. No la pasé para nada bien.
Como última jugada y medio desesperanzado, le cambié a un fragmento de Cortázar el verbo "escribir" por "diseñar": Para mi suerte, diseñar se parece mucho a escribir:
"¿Por qué diseño esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma, entonces entra en juego el ritmo y yo diseño dentro de ese ritmo, diseño por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace la prosa, literaria u otra. Hay primero una situación confusa, que sólo puede definirse en la palabra; de esa penumbra parto, y si lo que quiero decir (si lo que quiere decirse) tiene suficiente fuerza, inmediatamente se inicia el swing, un balanceo rítmico que me saca a la superficie, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa y el que la padece en una tercera instancia clara y como fatal: la frase, el párrafo, la página, el capítulo, el libro."

domingo, 12 de julio de 2015

Las modelos


Desde hacía tiempo, mi novia trabajaba como modelo en un estudio de fotografía en el barrio de Palermo. Ese día recuerdo haberla acompañado realmente, de mala gana, pero como no tenía nada más que hacer, ni se me ocurría, ni quería ponerme a pensar, lo disimulé bastante bien creo. 
La noche anterior no había dormido. Después de acostarnos y de que ella se durmiera, me dediqué a dispararle algunas fotos a su cuerpo. Ansiaba que la luz entrara por la ventana de tal manera y no de otra, y para eso esperé alrededor de tres horas. En mi cabeza estipulé el horario en que iba a suceder el fenómeno entre ella, mi ojo y el resto, como un eclipse.
Fumé hasta que las sombras coincidían con el imaginario de lo que buscaba. La espera fue recompensada, decididamente no hay mejor modelo para fotografiar que una mujer durmiendo. 
Todas habían sido sacadas con mi antigua cámara analógica, herencia de mi abuelo, con un rollo blanco y negro para que contrasten las curvas. Ni bien levantada, me increpó y me dijo que no le saque más fotos, que se sentía invadida. Cosa que ya me había señalado en otras ocasiones, pero poco me importaba, ya que sólo se enteraba de la mitad de las veces porque era de sueño profundo.
Ella no era mala, pero era tan sincera consigo misma, que había cambiado y no lo disimulaba. Los dos habíamos cambiado. Estábamos transcurriendo esa instancia de pareja en donde cualquier palabra o hecho es motivo de gritos. 
Ese día para compensar su mal humor y no quedarme dormido, llevé mi cámara para condensar el "detrás de escena". Cuando llegamos, me presentó algunas personas que no conocía de veces anteriores. En el coloquial y ameno saludo, no le presté atención a nombres ni caras, como hace la mayor parte de las personas. 
Entre estas se encontraba una modelo muy delgada y de estatura media, con un cuerpo para nada llamativo. Me percaté solo de su fuerte presencia cuando me preguntó si tenía fuego. Uno de los productores le avisó que dentro no se podía fumar. La acompañé fuera. Me dio las gracias y se quedó callada mirando hacia la nada, sentada en el cordón de la vereda. Le pregunté si tenía uno para mí y le expliqué que no los traía porque mi novia al tener problemas de asma no lo soportaba. Me dijo que éste que le encendía era el último, y que mi novia estaba a salvo dentro, por lo cual me propuso compartirlo. No enunciamos palabra, pero nos pasábamos la humareda con la normal respiración, de tal manera que por un momento sentí que nos besábamos en el aire. 
Me seducía ese silencio que habíamos pactado sin decir nada. A la vez el humo era como la arena de un reloj que se esfumaba y me iba anunciando que mi tiempo se dirigía al final.
Cuando lo terminamos, contemplando las cenizas, supuse triste que cada uno seguiría sus vidas normalmente, como si nunca nos hubiésemos visto.
Cuando desapareció el último espiral y mientras lanzaba la colilla, anunció que una cámara colgaba de mi cuello. Le expliqué que sólo era un aficionado. Ella también lo era. Me señaló entusiasta y en tono amistoso, que podría ir a revelar rollos a su casa cuando quisiera. Luego, se volvió rápido dentro a buscar la cámara que llevaba siempre consigo, la "callejera" según las propias palabras de ella. 
Al rato la vi volver con un cigarrillo sin prender en la mano y sin cámara.
En ese lapso que estuve solo y mientras observaba como se terminaba de fundir mi relación en la colilla que estaba consumiéndose en el medio de la calle, agradecí conocerla, y me dio cierta tranquilidad que mi novia esté dentro ocupada y que horas antes no me haya tratado de la mejor manera. 
De cierta forma, así no me generaba culpa y por dentro me excusaba para seguir coqueteando con esta extraña que sentía tan cercana y a la cual tiempo después fotografié durmiendo en más de una ocasión




Fotografía: Steven Meisel para Vogue Italia.

lunes, 29 de junio de 2015

Fragmento de "Rayuela" de Julio Córtazar


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. "

viernes, 26 de junio de 2015

"Siddhartha" de Hermann Hesse


"Om es el arco, el alma es la flecha,
y brahma es el blanco al cual
has de apuntar, impertérrito."

"¡Oh, Govinda!, creo que ni uno solo de todos los samanas llegará al nirvana. Encontramos consuelos, conseguimos insensibilizarnos y aprendemos artificios para engañarnos. Pero no hallamos lo esencial, el Camino de los caminos."

"Aquello que llamamos "aprender" no existe. sólo hay un conocimiento que está en todas partes, amigo mío, y es el Atmán."

"El primer fruto que debemos a Gotama es el habernos alejado de los samanas. ¿Podrá darnos, además, cosas mejores? Esto, amigo mío, más vale esperarlo con el corazón tranquilo."

"Y esta liberación, producto de las búsquedas que llevaste a cabo en tu propio camino, la has conseguido a través del pensamiento, la meditación, el conocimiento y la iluminación. ¡No a través de una doctrina! En mi opinión, oh Sublime, nadie accede a la liberación a través de una doctrina."

"No hay noble que no esté vinculado a otros nobles"

"Obedecer así, no a cualquier orden exterior, sino sólo a la Voz, y estar dispuesto siempre: he aquí lo principal, lo realmente necesario; del resto se podía prescindir."

"Suelo escucharlo y mirarlo a los ojos con frecuencia, y siempre me enseña algo. De un río pueden aprenderse muchas cosas."

"El río me ha enseñado que todo regresa. y tú también regresarás, samana."

"Es como Govinda- pensó al tiempo que esbozaba una sonrisa -, todos los que encuentro en mi camino son como Govinda. todos son agradecidos, aunque ellos mismos podrían reclamarme gratitud. todos son sumisos, a todos les gusta ser amigos, obedecer y pensar poco. los hombres son como niños."

"La vida que se lleva en este mundo es bastante simple - pensó Siddhartha -. No presenta ningún obstáculo. cuando aún era un samana, todo me resultaba díficil, penoso y, al final de cuentas, inútil. Mas ahora todo es fácil, tan fácil como el arte de besar que me ha enseñado Kamala. Necesito ropa y dinero, nada más. Son dos objetos fáciles y cercanos, incapaces de quitar el sueño."

"Pensar, esperar y ayunar"

"Meditar, esperar y ayunar"

"Si arrojas una piedra al agua, se precipitará hasta el fondo por el camino más rápido. Lo mismo le ocurre a Siddhartha cuando se propone alcanzar una meta, no hace nada: espera, medita, ayuna, pero atraviesa las cosas del mundo como la piedra, el agua, sin hacer nada, sin moverse, dejándose atraer, dejándose caer. Su propia meta lo atrae, pues él no deja penetrar en su alma nada que pueda apartarlo del objetivo propuesto. Esto es lo que Siddhartha aprendió con los samanas. Es lo que los necios denominan magia y atribuyen a la acción de los demonios. Más nada es obra de estos, porque los demonios no existen. Cualquiera puede ejercer la magia y alcanzar sus objetivos si sabe PENSAR, ESPERAR Y AYUNAR."

"Bueno es escribir; pensar es mejor. Buena es la inteligencia; la paciencia es mejor."

"Kamala le enseñó que no se puede recibir placer sin devolverlo, y que cada gesto, cada caricia, cada contacto, cada mirada y cada parte del cuerpo, por pequeña que sea, tienen su propio misterio, cuyo desciframiento produce felicidad al que lo descubre. Le enseño asimismo que, tras la celebración de un ritual amoroso, los amantes no deberían separarse sin antes haberse admirado mutuamente, sin sentirse al mismo tiempo VENCEDORES Y VENCIDOS, de suerte que en ninguno de ambos surja una sensación de hastío o de abandono, ni la desagradable impresión de haber abusado o de haber sido víctima de un abuso."

"- No me amas a mí ni a nadie. ¿No es verdad?
 - Es posible que así sea - repuso Siddhartha con voz cansada-. Soy como tú. Tú tampoco amas...¿Cómo, si no, podrías practicar el amor como un arte?"

"¿Por dónde me llevará aún mi camino? Es un camino absurdo, que avanza dibujando curvas, tal vez en círculo."

"¡Qué bueno es probar por sí mismo lo que hay que saber!"

"El río me enseñó a escuchar; de él lo aprenderás tú también. Lo sabe todo este río; de él puede aprenderse todo. Mira, el agua también te ha enseñado que es bueno tender hacia abajo, hundirse, buscar las profundidades."

"¿No será tu cariño un lazo con el cual lo tienes maniatado?¿No lo avergüenzas día a día y no le haces la vida más difícil con toda tu bondad y tu paciencia?¿No estás obligando a este niño mimado y orgulloso a compartir una cabaña con dos viejos que se alimentan de plátanos, para quienes un plato de arroz es ya una golosina, cuyas ideas no pueden ser las de él, cuyo corazón, viejo y tranquilo, marcha a un ritmo muy distinto al suyo?¿no crees que todo esto es, para él, una obligación y un castigo?"






martes, 12 de mayo de 2015

"Eramos tan jóvenes" de P.Smith


Yo no tenía idea de lo que sería la vida en el hotel Chelsea hasta que me mudé ahí, pero enseguida me di cuenta del enorme golpe de suerte que había sido encontrar esa habitación. Con lo que pagábamos nos podríamos haber alquilado un departamento grande cerca de las vías en el East Village, pero hundirse en este hotel excéntrico y maldito daba una sensación de seguridad además de una educación estelar. Una semana o dos después de mudarme allí, pasé a El Quixote. Era un bar-restaurante que quedaba junto al hotel, conectado al lobby por una puerta, lo que lo hacía sentir como nuestro bar, cosa que había sido durante décadas. Dylan Thomas, Terry Southern, Eugene O’Neill y Thomas Wolfe habían estado entre los que levantaron demasiadas copas allí.
Llevaba un largo vestido de rayón estilo marinero con lunares blancos y un sombrero de paja, mi estilo Al este del Paraíso. En la mesa a mi derecha, Janis Joplin atendía a la corte con su banda. Más allá estaban Grace Slick y Jefferson Airplane junto con miembros de Country Joe and The Fish. En la última mesa, de cara a la puerta, estaba Jimi Hendrix, con la cabeza agachada, comiendo con el sombrero puesto, frente a una rubia. Había músicos por todas partes, sentados ante mesas con langostinos en salsa verde, paellas, sangrías y botellas de tequila. Me quedé ahí parada, alucinada, pero no me sentía una intrusa. El Chelsea era mi hogar y El Quixote, mi bar. No había guardias de seguridad, no había sensación de privilegio. Estaban ahí porque tocarían en Woodstock. Grace Slick se puso de pie y pasó a mi lado. Estaba usando un vestido largo, que llegaba al piso, y tenía ojos violeta oscuro como Liz Taylor.
“Hola”, le dije, notando que yo era más alta.
“Hola”, contestó ella.
Cuando subí a mi habitación, sentí una inexplicable sensación de hermandad con esta gente, aunque nunca podría haber predicho que iba a seguir su mismo camino. En ese momento yo todavía era una vendedora de libros de 22 años, medio gangster, que luchaba con algunos poemas incompletos. El Chelsea era como una casa de muñecas en La dimensión desconocida, con cien habitaciones, cada una un pequeño universo. Yo caminaba por los pasillos buscando sus espíritus, muertos o vivos. Mis aventuras eran algo traviesas: empujaba apenas una puerta entreabierta para tener una breve visión del piano de Virgil Thomson, o me quedaba frente a la placa de Arthur C. Clarke, esperando que él emergiera repentinamente. Ocasionalmente me chocaba con Gert Schiff, el académico alemán, armado con volúmenes sobre Picasso, o con Viva en Eau Sauvage. Todos tenían algo que ofrecer y nadie parecía tener mucho dinero. Hasta los exitosos parecían tener el dinero justo para vivir como linyeras extravagantes.
Yo amaba el lugar, su ajada elegancia, y su historia, que guardaba con tanto celo. Había rumores sobre un par de pantalones de Oscar Wilde languideciendo en los sótanos inundados. Aquí había pasado sus últimas horas Dylan Thomas, sumergido en la poesía y el alcohol. Thomas Wolfe se movía entre cientos de páginas de un manuscrito que formaba You Can’t Go Home Again. Bob Dylan había escrito “Sad Eyed Lady of the Lowlands” en nuestro piso y una anfetamínica Edie Sedgwick, se decía, había incendiado su habitación cuando intentaba pegarse sus gruesas pestañas postizas a la luz de las velas.
Tantos habían escrito, conversado y convulsionado en estas habitaciones de casa de muñecas victoriana. Tantas polleras se habían arrastrado por las escaleras de mármol. Tantas almas trascendentes se habían casado, hecho su marca y sucumbido aquí. Yo olía sus espíritus mientras me escurría silenciosamente de piso en piso.
El gran deseo de Robert era penetrar en el mundo que rodeaba a Andy Warhol, aunque no quería ser parte de su elenco estable, ni una estrella en sus películas. Robert solía decir que conocía el juego de Andy y sentía que, si pudiera hablar con él, Andy lo reconocería como un par.
Aunque creía que tenía méritos para una audiencia con Andy, sentía que cualquier tipo de diálogo significativo con él era difícil, porque Andy era como una anguila, perfectamente capaz de resbalarse y escapar de cualquier confrontación importante. Esta misión nos llevó al Triángulo de las Bermudas de la ciudad: Brownie’s, Max’s Kansas City y la Factory, cada uno ubicado a pasos de los otros. La Factory se había mudado de su ubicación original en la calle 47 a 33 Union Square. Brownie’s era un restaurante de comida saludable que quedaba a la vuelta, donde la gente de Warhol almorzaba, y Max era donde pasaban las noches.
Las políticas de Max eran muy similares a la escuela secundaria, excepto que los populares no eran las cheerleaders, ni los jugadores de football, ni la reina de la graduación, sino en la mayoría de los casos un chico vestido de chica que sabía más como ser chica que la mayoría de las chicas.
Max’s Kansas City quedaba en la calle 18 y Park Avenue South. Supuestamente era un restaurante, aunque pocos de nosotros teníamos el dinero para comer ahí. El dueño, Mickey Ruskin, era notoriamente amistoso con los artistas, incluso ofreciendo un buffet a la hora de los cócteles por el precio de una bebida. Se decía que este buffet mantenía con vida a muchos artistas en la lucha y a muchas travestis. Yo no lo frecuentaba porque estaba trabajando y Robert, que no bebía, era demasiado orgulloso para ir. Había un gran cartel que anunciaba que se estaba a punto de entrar a Max’s Kansas City. Era un lugar casual y austero, adornado con piezas de arte abstracto que le habían dado a Mickey artistas con cuentas de bar sobrenaturales. El gran salón ofrecía bifes y langosta. El cuarto de atrás, bañado en luz roja, era el objetivo de Robert, y el blanco definitivo era la legendaria mesa redonda que todavía guardaba el aura color rosa del ausente rey plateado.
En nuestra primera visita sólo llegamos a la primera sección. Nos sentamos en una cabina, compartimos una ensalada y comimos un snack. Robert pidió Coca. Yo tomé un café. El lugar estaba bastante muerto.
Hasta hacía poco se habían sentado a la mesa redonda miembros de la realeza como Bob Dylan, Bob Neuwirth, Nico, Tim Buckley, Janis Joplin, Viva y la Velvet Underground. Era tan oscuramente glamoroso como uno podría desear. Pero corriendo por su arteria primaria, lo que en última instancia aceleraba su mundo y después los derrumbó era la anfetamina. La anfetamina les amplificaba la paranoia, a algunos les robaba sus poderes innatos, les chupaba la confianza, les destrozaba la belleza.
Andy Warhol ya no estaba allí, y tampoco su corte. Andy no salía mucho desde que Valerie Solanas le había disparado, pero también podía ser que, como sucedía con frecuencia, se hubiera aburrido. A pesar de su ausencia, en el otoño de 1969 todavía era el lugar para ir. El cuarto de atrás era el templo para aquellos que quisieran las llaves del segundo reino plateado de Andy, muchas veces descripto como un lugar de comercio más que de arte. No pasó nada en nuestro debut en Max’s y nos fuimos en taxi a casa. Sin embargo, Robert y yo seguimos yendo y eventualmente nos graduamos al cuarto de atrás y nos sentamos en un rincón bajo la escultura fluorescente de Dan Flavin, bañados en luz roja. La portera, Dorothy Dean, se había prendado de Robert y nos dejó entrar. Yo sabía que Max’s era importante para Robert. Me ayudaba tanto con mi propio trabajo que no podía negarme a participar de su ritual nocturno.
Mickey Ruskin nos permitía sentarnos durante horas tomando café y Coca, y rara vez pidiendo otra cosa. Algunas noches estaban totalmente muertas. Caminábamos a casa exhaustos y Robert decía que no íbamos a volver nunca más. Otras noches eran desesperadamente animadas, un cabaret oscuro insuflado de la energía maníaca de Berlín años ’30. Peleas a los gritos hacían erupción entre actrices frustradas y drag queens indignadas. Todos parecían estar haciendo una audición para un fantasma, y el fantasma era Andy Warhol. Yo me preguntaba si a él le importaban, aunque fuera un poco.
Una de esas noches, Danny Fields, el manager de los Ramones, llegó y nos invitó a sentarnos a la mesa redonda. Este simple gesto nos dio una residencia a prueba, lo que era un paso muy importante para Robert. Fue elegante en su respuesta. Inclinó la cabeza y me guió hasta la mesa. No reveló lo mucho que le importaba.

Robert estaba cómodo porque, finalmente, estaba donde quería estar. No puedo decir que yo me sintiera cómoda en absoluto. Las chicas eran lindas pero brutales, quizá porque parecía haber un porcentaje muy bajo de machos interesados. Podía notar que a mí sólo me soportaban, y se sentían atraídas por Robert. El era el blanco de ellas, tanto como el círculo interno era el blanco de él. Me parecía que todos estaban tras él, hombres y mujeres, pero en ese momento Robert estaba motivado por la ambición, no por el sexo.

La parte que más disfruté:


"Los días siguientes fueron de una calma desconcertante. Robert dormía mucho y, cuando se despertaba, me pedía que le leyera mis poemas, sobre todo los que componía para él. Al principio me preocupó que le hubieran herido. Entre sus largos silencios, consideré la posibilidad de que hubiera conocido a alguien.

Reconocí los silencios como señales. Ya habíamos pasado por aquello. Aunque no hablamos de ello, me fui preparando para los cambios que se avecinaban. Robert y yo continuábamos teniendo relaciones íntimas y creo que a los dos nos resultaba difícil hablar las cosas abiertamente. De forma paradójica, él parecía quererme más cerca. Quizás fuera la intimidad previa al final, como un caballero que compra joyas a su amante antes de decirle que su relación se ha acabado. (...)

Comenzamos a hacernos más regalos. Bagatelas que encontrábamos en un rincón polvoriento del escaparate de una tienda de empeños. Objetos que nadie más quería. Cruces de pelo trenzado, deslustrados amuletos, y haikus de amor escritos en cintas y cuero. Nos dejábamos notas, pastelitos. Cosas. Como si pudiéramos taponar el agujero, reconstruir la pared resquebrajada. Llenar la herida que habíamos abierto para permitir la entrada a otras experiencias."




miércoles, 29 de abril de 2015

La "informalidad" de la caverna.



Lo informal no es aleatorio ni arbitrario, sino que se basa en Ia superposición para poner de manifiesto series de certezas cambiantes. Su lógica es contingente respecto de Ias condiciones iniciales. EI caos es considerado como una sucesión de diversos órdenes, bastante diferentes de Ia idea que tenemos de "atrapar" lo arbitrario y Ilamarlo "orden".
Las vueltas que da una cinta de Moebius hacia dentro y hacia fuera son informales. Una cubierta que se convierte en una pared o en un suelo, un suelo que es una piel, donde el límite no significa línea de margen, también lo son. Dos pilares fuera de alineación, uno aliado del otro, de formas y materiales diferentes, también lo son. En vez de medidas regulares y formalmente controladas, Ia variación de los ritmos y los impulsos caprichosos van arraigando, cada opción es considerada como una oportunidad. iUna oportunidad!
EI determinismo clásico de Newton presentaba una fuerza como una flecha recta y auténtica. Llenaba el vacío con una linealidad constante: un anillo fijo de Ia rígida cadena de Ia lógica. Actualmente consideramos una fuerza fija de una manera diferente, como una vía mínima a través de un campo de potenciales. En función de Ias condiciones locales, esta vía puede variar, pero su trayectoria se basa en momentos de mutua cooperación, una yuxtaposición simultánea que dibuja una de Ias vías mínimas.

EN LO INFORMAL NO HAY REGLAS ESTABLECIDAS NI PATRONES FIJADOS QUE PUEDAN SER COPIADOS CIEGAMENTE. SI HAY UN RITMO, ÉSTE ESTÁ EN LAS CONEXIONES ESCONDIDAS, INFERIDAS E IMPLICADAS, PERO QUE NO PUEDEN SER ADVERTIDASCON EVIDENCIA. LAS RESPUESTAS SE BASAN EN LAS RELACIONES ENTRE LOS ACONTECIMIENTOS. LAS SITUACIONES HíBRIDAS SE CONSIDERAN PUNTOS DE PARTIDA VÁLIDOS, Y NUNCA ACCIDENTES FORTUITOS. UN ACONTECIMIENTO AL LADO DE OTRO NO SE CONSIDERA ALGO EXCEPCIONAL, SINO COMO UNA DINÁMICA QUE EMITE UNAS VIBRACIONES ESPECIALES.

Las soluciones estructurales que surgen de lo informal generan en un edificio energías ocultas. La conectividad se improvisa: el equilibrio une Ias partes en instantes ad hoc. Lo informal actúa como un agente de liberación, y Ia arquitectura se desprende de Ias nociones tradicionales de malIa fija y de jauIa. La topografía de estos edificios es totalmente diferente.
Las novedades son Ia intuición racional y un nuevo tipo de estructura.

Cecil Balmond.

martes, 14 de abril de 2015

Rizoma


¡Sé rizoma y no raíz, no plantes nunca! ¡No siembres, penetrá!
¡No seas ni uno ni múltiple, se multiplicidades! ¡Hacé la línea, no el punto! La velocidad transforma el punto en línea. ¡Sean rápidos, incluso sin moverse! Línea de suerte, línea de cadera, línea de fuga.
¡No crees un General en vos! Nada de ideas justas, justo una idea.
Tené ideas cortas. Hacé mapas, y no fotos ni dibujos.
Se la Pantera Rosa, y que tus amores sean como el del la avispa y el de la orquídea, el gato y el mono.
Se dice del viejo hombre de río:
He don’t plant tatos. Don’t plant cotton.
Them that plants them is soon forgotten.
But old man river he just keeps rollin along.
Un rizoma no empieza ni acaba, siempre está en el medio, entre las cosas, inter-ser, intermezzo. El árbol es filiación, pero el rizoma tiene como tejido la conjunción “y…y…y…”. En esta conjunción hay fuerza suficiente para sacudir y desenraizar el verbo ser.
¿Adónde vas? ¿De dónde partís? ¿Adónde querés llegar? Todas estas preguntas son inútiles. Hacer tabla rasa, partir o repartir de cero, buscar un principio o un fundamento, implican una falsa concepción del viaje y del movimiento.
Gilles Deleuze


miércoles, 1 de abril de 2015

"Niveles de vida" de Julian Barnes - Parte 1


"Juntas dos cosas que no se habían juntado antes. Y el mundo cambia. La gente quizá no lo advierta en el momento, pero no importa. el mundo ha cambiado, no obstante."

"y más grande no significaba más seguro: significaba - como demostró el caso de Le Géant -  que se hallaba más a merced del viento."

"Los vuelos en globo representan libertad, pero una libertad supeditada a los antojos del viento y clima. Los aeronautas muchas veces no sabían si se estaban moviendo o permanecían quietos, si ganaban altura o la perdían. En los primeros tiempos, arrojaban un puñado de plumas que volaban hacia arriba si estaban descendiendo y hacia abajo si ascendían."

"Victor Hugo, dijo que un globo aerostático era como una hermosa nube en movimiento, mientras que la humanidad necesitaba un equivalente de ese milagro desafiante de la gravedad: las aves."

"En el principio los pájaros volaban, y Dios creó a los pájaros. Los ángeles volaban, y Dios creó a los ángeles. Los hombres y las mujeres tenían las piernas largas y la espalda lisa, y Dios tuvo sus razones para crearlos así. La pretensión de volar era contravenir los designios de Dios. Habría de ser una larga lucha, llena de leyendas instructivas."

"El combustible secreto del cohete de Simón es, sin embargo, ilícito: cuenta - tanto física como espiritualmente- con la ayuda de demonios. en la media distancia se ve a San Pedro rezando a Dios para pedirle que desposea de su poder a los demonios."Sobre la pintura de Benozzo Gozzoli "Simón el mago".

"Cuando sentí que me alejaba de la tierra, mi reacción no fue de placer, sino de felicidad. Fue un sentimiento moral. Me oía vivir, por decirlo así."

"El aire era ligero y respirarlo delicioso, libre como estaba de las impurezas que enrarecen la atmósfera cerca del globo. Se me ensanchó el ánimo. Era agradable estar por el momento en una región donde no hay cartas ni una estafeta de correos cercana, sin preocupaciones y , sobre todo, sin telegramas."

"A bordo del Doña sol, la divina Sarah está en la gloria. Descubre que por encima de las nubes no hay silencio, sino la sombra del silencio."

"Las inmensidades silenciosas de espacio acogedor y benéfico, donde el hombre no está al alcance de ninguna fuerza humana ni ningún poder maligno, y donde se siente como si viviese por primera vez. En este espacio silencioso, moral, el aeronauta experimenta una salud física y también espiritual. La altitud reduce todas las cosas a sus proporciones relativas, y a la Verdad. Se esfuman las cuitas, los remordimientos, las aversiones: con que facilidad se disipan la indiferencia, el desprecio, la desmemoria...y surge el perdón."

"Victor Hugo creía, lisa y llanamente, que el vuelo más pesado que el aire conduciría a la democracia."

"Contaba que un día en que estaba paseando por la Avenue de l´Observatoire de París con el astrónomo Francois Arago pasó por encima de sus cabezas un globo que había despegado del Champ de Mars. Hugo le había dicho a su acompañante: <Ahí flota el huevo que espera el pájaro. Pero el pájaro está dentro y eclosionará.> Arago tomó las manos de Hugo y respondió, vehemente: <¡y ese día Geo se llamará Demos!> Hugo aprobó esta observación profunda diciendo: <Sí, Geo se convertirá en Demos. El mundo entero será una democracia... El hombre se transformará en pájaro, ¡y qué pájaro! Un pájaro pensante. ¡Un águila con alma!"

"Y quedaba la altitud. Las cosas que Nadar juntó y que nadie había juntado antes eran dos de sus tres emblemas de la modernidad: la fotografía y la aeronáutica."

"La colonización del espacio no purifica a sus colonizadores; lo único que ha ocurrido es que hemos trasladado nuestra condición pecaminosa a una ubicación distinta."

"Quizá el mundo no progresa madurando, sino manteniéndose en un estado de permanente adolescencia, de exultante descubrimiento."

"Creo que a todo el mundo le sorprendió que hubiéramos viajado 386.000 kilómetros para ver la Luna cuando era la Tierra lo que en realidad valía la pena contemplar."

"Mirarnos a nosotros mismos desde lejos, convertir de pronto lo subjetivo en objetivo: esto nos produce una conmoción psíquica."








jueves, 26 de marzo de 2015

Los puestos de la memoria



Caminaba a galope, con destino en el parque Rivadavia. Esperaba de una vez por todas conseguir el libro agotado de Bioy Casares "de las cosas maravillosas". Mientras respiraba el aire acabado de purificar cruzando la verja que demarca la calle Rosario del verde, me alteré al atacarme una pregunta por detrás.¿Cómo puede ser que vaya al parque a comprar un libro? ¿No se estaba discriminando así el aporte arquitectónico de los humildes puestos desbordados de historias? Después de todo, ¿no compraba uno los libros en los puestos y no en el parque? Ni siquiera era necesario pisar el pasto para llegar a ellos. Me sentí inerme.
Para saciar el momento y no sufrir de insomnio luego, me conforme con pensar que no era la responsabilidad de los puestos, sino, que era algo que se daba mediante la aceptación de la sociedad para que estos aporten.
Se me avalanzó una imagen representativa de lo que acababa de dar por hecho: una tregua-pacto entre objeto-sociedad, donde la sociedad es juez y sentencia con una sonrisa de esas que no muestran los dientes.
Quien posee un poco de humanidad, descubre a estos especímenes de martillo que conforman las sociedades: saco, corbata y maletín de preferencia negro, repleto de números.
¿Pero acaso los describí empíricamente? ¡Los pocos humanos que quedan desnudan los ropajes de la sociedad y reducen el sentido de sus ojos para no tropezar!
Por allá a lo lejos, un puestero tensaba soga en mano, una lona azulada para proteger a su guarida del próximo vendaval. Gritaba en tono humorístico pero con aplomo a su vecino harapiento que leía un libro de hojas marcadas : "¡Es culpa de la gente!"
¿De qué hablarían? ¿Qué gente? - pensé. Para salvarme nuevamente y no hacerme más preguntas que atosiguen mi itinerario una voz interior me respondía: "la gente es victima apacible de la sociedad".
Y seguí caminando como si no tuviera ojos, mirando las baldosas, con cierto sosiego al sentirme el héroe que mantenía con vida a tantas historias. Sin saber, pero presintiendo en ese aire que me sentaba liviano, lo que sería en adelante, el mejor día de mi vida.





"Un pedigrí" de Patrick Modiano.


La lectura de Un pedigrí, el breve libro autobiográfico de Patrick Modiano, me ha recordado a  uno de esos paseos confusos y laberínticos que los personajes de sus novelas dan por el París de la época de la ocupación alemana o de la posguerra del último conflicto mundial. El lector se pierde entre nombres de personajes que el niño y el adolescente Modiano frecuentó, por calles y barrios parisinos que sirvieron de escenario a aquellos años en los que se sentía como un perro abandonado y que el escritor, ya cercano a los sesenta, recorre de nuevo en el laberinto de la memoria en busca de su origen, de su identidad. “Soy un perro que hace como que tiene pedigrí”. 

Modiano empieza por el principio, su nacimiento el 30 de julio de 1945, producto de un encuentro fortuito de sus padres entre el vendaval de gentes de diferentes nacionalidades que las guerras habían esparcido por Europa. "Las temporadas de grandes turbulencias traen consigo frecuentemente encuentros aventurados, de tal forma que nunca me he sentido hijo legítimo y, menos aún, heredero de nada”. Su madre, una belga, actriz de tercera fila que Modiano describe así: “Era una chica bonita de corazón seco” y su padre, parisino judío procedente de italianos, que se mueve entre la clandestinidad y el mercado negro, entre identidades falsas y negocios turbios. “Dos mariposas extraviadas e inocentes en una ciudad sin mirada”. Y el escritor prosigue el relato de sus raíces: “Pero qué le voy a hacer, ése es el terruño- o el estiércol- de donde vengo”.

Leo hipnóticamente las páginas del libro, imagino al escritor removiendo papeles, partidas de nacimiento, viejos recortes de periódico, fotografías…que van tirando del hilo de la memoria, bordando fechas en el tejido del relato; el escritor defendiéndose del dolor de la memoria: “Dejando aparte a mi hermano Rudy y su muerte, creo que nada de cuanto cuente aquí me afecta muy hondo. Escribo estas páginas como se levanta acta o como se redacta un curriculum vitae, a título documental y, seguramente, para liquidar de una vez una vida que no era la mía”; el escritor al que se le escapa la poesía de algunos recuerdos entre los listados de los “comparsas” de su padre y los “amigos” de su madre, recuerdos de momentos compartidos con su hermano mientras andaban prestados en casa de cualquiera que los cuidase:”Mi hermano y yo nos quedamos solos casi dos años en Biarritz (…) La mujer que nos cuida es la portera de la finca”, “Todos los jueves vamos mi hermano y yo, a primera hora de la tarde a comprar Tarzán en el quiosco de enfrente de la iglesia. Calor. Estamos solos en la calle. Sombra y sol en la acera. El olor de los aligustres…”, recuerdos de sus estancias en los internados, la disciplina militar, el frío, el hambre, la soledad y el encierro, las frías cartas de su padre y las desconcertantes de su madre. Y luego la adolescencia, la rebeldía, las penurias y la miseria moral a su alrededor. El Patrick adolescente y joven que rememora el escritor maduro intenta página tras página ser tratado como se espera que se trate a un hijo, a veces se pregunta recordándose en determinados ambientes ¿qué hacía allí?, más tarde se enfrenta al padre, sostiene a la madre con el producto de pequeños robos y cambalaches, tiene un conato de detención propiciado por la amante de su padre…lo vemos derivar hacia el filo peligroso de la vida. 


Hay una constante a lo largo del relato de estos primeros años del escritor: sus lecturas. Modiano las va anotando junto a las fechas en que se dieron. El último mohicano, El libro de la Selva, Las minas del rey Salomón, El prisionero de Zenda, más adelante  Fermina Márquez, Solo una mujer, La calle sin nombre, la calle de Le-Chat-qui-Péche, títulos que parecen haber dejado su huella en los de las novelas de Modiano, A puerta cerrada de Sartre en copia mecanografíada que alguien ha dejado a su madre para una posible función teatral, Viaje al fin de la noche, Ilusiones perdidas…

El protagonista de Un pedigrí acaba librándose de un porvenir oscuro gracias a la literatura. Consigue publicar su primera novela por la mediación de Queneau al que había conocido entre los personajes que rodeaban a su madre. El escritor se siente “ligero por primera vez en la vida”, deja de sentirse “continuamente en guardia”. “Había zarpado antes de que se derrumbara el pontón podrido. Por poco”.

La mirada de Modiano a esa etapa primera de su vida, que pretende ser fría y despegada, como la de un notario que levanta acta, se torna compasiva y confusa, también poética, contagiada por las del niño y joven Modiano, nos ayuda a entender su literatura teñida de todo ese poso de aquellos primeros años anómalos. Sus temas, sus ambientes, sus personajes… todos proceden de esa época suya de perro sin pedigrí.





vía: puntoyseguidoescritores.blogspot.com