domingo, 21 de diciembre de 2014

Existencialismo


"Yo soy mi pensamiento, por eso no puedo detenerme. Existo porque pienso... y no puedo dejar de pensar. En este mismo momento —es atroz— si existo es porque me horroriza existir. Yo, yo me saco de la nada a la que aspiro; el odio, el asco de existir son otras tantas maneras de hacerme existir, de hundirme en la existencia. Los pensamientos nacen a mis espaldas, como vértigo, los siento nacer detrás de mi cabeza..., si cedo se situarán aquí delante, entre mis ojos, y sigo cediendo, y el pensamiento crece, crece, y ahora, inmenso, me llena por entero y renueva mi existencia."

Jean Paul Sartre


miércoles, 17 de diciembre de 2014

Liberales y conservadores


Como Aureliano tenía en esa época nociones muy confusas sobre la diferencia entre conservadores y liberales, su suegro le daba lecciones esquemáticas. Los liberales, le decía, eran masones; gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas, de implantar el matrimonio civil y el divorcio, de reconocer iguales derechos a los hijos naturales que a los legítimos, y de despedazar al país en un sistema federal que despojara de poderes a la autoridad suprema. Los conservadores, en cambio, que habían recibido el poder directamente de Dios, propugnaban por la estabilidad del orden público y la moral familiar; eran los defensores de la fe de Cristo, del principio de autoridad, y no estaban dispuestos a permitir que el país fuera descuartizado en entidades autónomas.
Por sentimientos humanitarios, Aureliano simpatizaba con la actitud liberal respecto de los derechos de los hijos naturales, pero de todos modos no entendía cómo se llegaba al extremo de hacer una guerra por cosas que no podían tocarse con las manos. 


martes, 16 de diciembre de 2014

Sobre las revoluciones (y los sueños)


A: Supongo que sabes que uno de los dos va a morir. Es posible que los dos. Morir por dinero es una estupidez.
B: Y morir por una mujer aún lo es más. Sea la que sea, incluso ella.
A: ¿Cuánto tiempo vas a retenernos?
B: Un par de horas. Y lo que pase aquí ya no importará. Ella volverá a ser la señora Grant.
A: Pero eso no cambiará nada. Ella es mi mujer. Antes, ahora y siempre.
B: Nada es para siempre, excepto la muerte. Pregúntale a Fierro, a Francisco, a los del cementerio de los hombres sin nombre.
A: Todos murieron por un ideal.
B: ¿La Revolución? Cuando se acaba el tiroteo y se entierra a los muertos, llegan los políticos y se convierte en una causa perdida.
A: Así que ... tú quieres la perfección o nada. Eres demasiado romántico, compadre. La Revolución es como una bella historia de amor. Al principio ella es una diosa, una causa pura. Pero todos los amores tienen un terrible enemigo.
B: El tiempo.
A: Nosotros la vemos tal como es. La Revolución no es una diosa sino una mujerzuela. Nunca ha sido para mí santa ni perfecta. Por eso huimos, y encontramos otro amor, otra causa. Asuntos rápidos y sórdidos. Lujuria, pero no amor. Pasión pero sin compasión. Y sin amor ... sin una causa , no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fé. Nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable...






Película: Los profesionales. Director: Richard Brooks. Año: 1966
Mural: David Alfaro Siqueiros. Fragmento del mural "Del porfirismo a la revolución"

domingo, 7 de diciembre de 2014

El amante (parte 1)


Diez segundos nos distanciaban del ocaso lunar y del amanecer. Ese lapso bastó para sentir como se me esfumaba la vida. 
Pensé que así se debería presenciar el instante antes de morir, entre confuso y de clarividencia absoluta.
Puedo asegurar que en ese intervalo estuve muerto en vida pero paradojicamente hasta el día de hoy lo recuerdo y se hace eterno en mí. Esa noche sentí más de lo que acostumbraba y lo que me rodeaba era como un velo posado sobre mí, un peso que me apuñalaba desde todas las direcciones el cuerpo.
Todo se encontraba inmóvil, salvo nuestra respiración que aullaba entre tanta oscuridad. La poca luz que se escurría a través de los millares de ojos de la muda persiana restaltaba las formas en un juego de blancos y negros.
El clima era ideal, acababa de llover y no había viento. Seguramente era por la humedad tan pesada, densa y típica de Buenos Aires, que rebaja a todo lo que se le interpone contra los adoquines. Hasta los árboles se limitaban rendidos a dormir. A las personas, tampoco les daba tregua y la calle despoblada daba a pensar de una resistencia a otro día rutinario.
Todavía se olía el típico olor a tierra mojada y se respiraban los últimos estragos de la reciente garúa.
Sentí de repente, como todo me pertenecía, menos ella. Mi último anhelo era que me perteneciera. Mi sueño era que ella sea de ella. Sabía que nunca me pensaba comprometer, como tampoco le prometía nada. ¿Cómo podría alguien verla sonreír y a la vez ponerse a pensar en el futuro? Era un insulto como espectador. 
Para mí siempre fue un fetichismo ponerle etiquetas a las relaciones. Estaba muy cómodo sin ser nada y ser todo en ese momento. Pero la notaba rara, desde hacía un tiempo.
Por un instante quedamos mudos observándonos sin decir ni pensar. Nada que se anunciase sería mejor que ese silencio ensordecedor.
Esa madrugada volví a ver sus comisuras en sombra, como si planease algo extraordinario o si me fuera a contar alguna nueva fantasía por cumplir y me desafiara.
Fueron diez segundos los que tarde en suspirar. Abrí mi boca lo necesario para iniciar lo que mi cuerpo pedía que impulse. En eso me interrumpió abriendo también su boca rápidamente y soltó con la misma velocidad la pregunta que me haría la persona más triste de la habitación: - ¿Te gustaría ser mi amante?. Y ahí se fue el poco aire que me quedaba. 



Foto: William Claxton
En la fotografía: Chet Baker y Halima Baker

domingo, 23 de noviembre de 2014

Uno sólo conserva lo que no amarra



Que viva la ciencia,
Que viva la poesia!
Que viva siento mi lengua
Cuando tu lengua está sobre la lengua mía!
El agua esta en el barro,
El barro en el ladrillo,
El ladrillo está en la pared
Y en la pared tu fotografia.
Es cierto que no hay arte sin emoción,
Y que no hay precisión sin artesania.
Como tampoco hay guitarras sin tecnología.
Tecnología del nylon para las primas,
Tecnología del metal para el clavijero.
La prensa, la gubia y el barniz:
Las herramientas de un carpintero.
El cantautor y su computadora,
El pastor y su afeitadora,
El despertador que ya está anunciando la aurora,
Y en el telescopio se demora la última estrella.
La maquina la hace el hombre...
Y es lo que el hombre hace con ella.

Estás conmigo,
Estamos cantando a la sombra de nuestra parra.
Una canción que dice que uno sólo conserva lo que no amarra.
Y sin tenerte, te tengo a vos y tengo a mi guitarra.




miércoles, 29 de octubre de 2014

martes, 28 de octubre de 2014

Boa Mistura










( http://www.boamistura.com/madrid-te-comeria-a-versos.html )

Clases de poesía con Benigni


“Dilapidad el gozo, consumad la alegría, estar tristes y taciturnos con exuberancia, insuflad con energía en la cara de la gente la felicidad.”


(Película "El tigre y la nieve". Director: Roberto Benigni) 

La modernidad



Daría cualquier cosa por amor
daría cualquier cosa por poder llegar un poco más
más de lo que puedo dar.
Per a la vez quiero decirte que
te encargues de tu vida porque yo no soy mejor que vos
vos no sos mejor que yo.
Y aunque cambiemos de color las trincheras
y aunque cambiemos de lugar las banderas
siempre es como la primera vez.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Así habló Zaratustra




De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu.
No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen.
Quien conoce al lector no hace ya nada por el lector. Un siglo de lectores todavía - y
hasta el espíritu olerá mal.
El que a todo el mundo le sea lícito aprender a leer corrompe a la larga no sólo el escribir, sino también el pensar.
En otro tiempo el espíritu era Dios, luego se convirtió en hombre, y ahora se convierte incluso en plebe.
Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, ése no quiere ser leído, sino aprendido de memoria.
En las montañas el camino más corto es el que va de cumbre a cumbre: mas para ello tienes que tener piernas largas. Cumbres deben ser las sentencias: y aquellos a quienes se habla, hombres altos y robustos.
El aire ligero y puro, el peligro cercano y el espíritu lleno de una alegre maldad: estas cosas se avienen bien.
Quiero tener duendes a mi alrededor, pues soy valeroso. El valor que ahuyenta los fantasmas se crea sus propios duendes,- el valor quiere reír.
Yo ya no tengo sentimientos en común con vosotros: esa nube que veo por debajo de mí, esa negrura y pesadez de que me río, - cabalmente ésa es vuestra nube tempestuosa.
Vosotros miráis hacia arriba cuando deseáis elevación. Y yo miro hacia abajo, porque estoy elevado.
¿Quién de vosotros puede a la vez reír y estar elevado? Quien asciende a las montañas más altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida.
Valerosos, despreocupados, irónicos, violentos - así nos quiere la sabiduría: es una mujer y ama siempre únicamente a un guerrero.
Vosotros me decís: «la vida es difícil de llevar». Mas ¿para qué tendríais vuestro orgullo por las mañanas y vuestra resignación por las tardes?
La vida es difícil de llevar: ¡no me os pongáis tan delicados! Todos nosotros somos guapos, borricos y pollinas de carga.
¿Qué tenemos nosotros en común con el capullo de la rosa, que tiembla porque tiene
encima de su cuerpo una gota de rocío?
Es verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar
Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en
la demencia.
Y también a mí, que soy bueno con la vida, paréceme que quienes más saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabón, y todo lo que entre los hombres es de su misma especie.
Ver revolotear esas almitas ligeras, locas, encantadoras, volubles - eso hace llorar y cantar a Zaratustra.
Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.
Y cuando vi a mi demonio lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez, - él hace caer a todas las cosas.
No con la cólera, sino con la risa se mata. ¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez!
He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí.

Así habló Zaratustra



(palabras de Friedrich Nietzsche, pintura de Caspar Friedrich)

jueves, 9 de octubre de 2014

La peste del olvido


Fue Aureliano quien concibió la fórmula que había de defenderlos durante varios meses de las evasiones de la memoria. La descubrió por casualidad. Insomne experto, por haber sido uno de los primeros, había aprendido a la perfección el arte de la platería. Un día estaba buscando el pequeño yunque que utilizaba para laminar los metales, y no recordó su nombre.

Su padre se lo dijo: “tas”. Aureliano escribió el nombre en un papel que pegó con goma en la base del yunquecito: tas. Así estuvo seguro de no olvidarlo en el futuro. No se le ocurrió que fuera aquella la primera manifestación del olvido, porque el objeto tenía un nombre difícil de recordar. Pero pocos días después descubrió que tenía dificultades para recordar casi todas las cosas del laboratorio. Entonces las marcó con el nombre respectivo, de modo que le bastaba con leer la inscripción para identificarlas. Cuando su padre le comunicó su alarma por haber olvidado hasta los hechos más impresionantes de su niñez, Aureliano le explicó su método, y José Arcadio Buendía lo puso en práctica en toda la casa y más tarde lo impuso a todo el pueblo. Con un hisopo entintado marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta, pared, cama, cacerola. Fue al corral y marcó los animales y las plantas: vaca, chivo, puerco, gallina, yuca, malanga, guineo. Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad. Entonces fue más explícito. El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestos a luchar contra el olvido: Ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita.
En la entrada del camino de la ciénaga se había puesto un anuncio que decía Macondo y otro más grande en la calle central que decía Dios existe. En todas las casas se habían escrito claves para memorizar los objetos y los sentimientos. Pero el sistema exigía tanta vigilancia y tanta fortaleza moral que muchos sucumbieron al hechizo de una realidad imaginaria, inventada por ellos mismos, que les resultaba menos práctica pero más reconfortante. Pilar Ternera fue quien más contribuyó a popularizar esa mistificación, cuando concibió el artificio de leer el pasado en las barajas como antes había leído el futuro. Mediante ese recurso, los insomnes empezaron a vivir en un mundo construido por las alternativas inciertas de los naipes, donde el padre se recordaba apenas como el hombre moreno que había llegado a principios de abril y la madre se recordaba apenas como la mujer trigueña que usaba un anillo de oro en la mano izquierda, y donde una fecha de nacimiento quedaba reducida al último martes en que cantó la alondra en el laurel. Derrotado por aquellas prácticas de consolación, José Arcadio Buendía decidió entonces construir la máquina de la memoria que una vez había deseado para acordarse de los maravillosos inventos de los gitanos. El artefacto se fundaba en la posibilidad de repasar todas las mañanas, y desde el principio hasta el fin, la totalidad de los conocimientos adquiridos en la vida. Lo imaginaba como un diccionario giratorio que un individuo situado en el eje pudiera operar mediante una manivela, de modo que en pocas horas pasaran frente a sus ojos las nociones más necesarias para vivir. Había logrado escribir cerca de catorce mil fichas, cuando apareció por el camino de la ciénaga un anciano estrafalario con la campanita triste de los durmientes, cargando una maleta ventruda amarrada con cuerdas y un carrito cubierto de trapos negros. Fue directamente a la casa de José Arcadio Buendía.

Visitación no lo conoció al abrirle la puerta, y pensó que llevaba el propósito de vender algo, ignorante de que nada podía venderse en un pueblo que se hundía sin remedio en el tremedal del olvido. Era un hombre decrépito. Aunque su voz estaba también cuarteada por la incertidumbre y sus manos parecían dudar de la existencia de las cosas, era evidente que venía del mundo donde todavía los hombres podían dormir y recordar. José Arcadio Buendía lo encontró sentado en la sala, abanicándose con un remendado sombrero negro, mientras leía con atención compasiva los letreros pegados en las paredes. Lo saludó con amplias muestras de afecto, temiendo haberlo conocido en otro tiempo y ahora no recordarlo. Pero el visitante advirtió su falsedad. Se sintió olvidado, no con el olvido remediable del corazón, sino con otro olvido más cruel e irrevocable que él conocía muy bien, porque era el olvido de la muerte. Entonces comprendió.









(fragmento de "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez)

miércoles, 1 de octubre de 2014

Una marioneta de trapo


Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres...
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

(escrito por Johnny Welch y dedicado por mí en varias ocasiones a las personas justas en su momento preciso)

Hay que estar siempre del lado del muerto

Algo más fuerte que la voluntad de los hombres mueve los hilos.

Los vecinos de la familia Nasar, y en realidad todo el pueblo, saben que Santiago va a ser asesinado por los gemelos Vicario e intentan avisarle, hacerle saber del peligro que corría, pero ninguna de las estafetas llega a su destino.
Deslizan por debajo de la puerta una nota que nadie ve. Se envían razones con pordioseros que llegan tarde, y muchos, al ver que es una muerte tan anunciada, no hacen nada simplemente porque no les parece posible que el propio Nasar o su madre no lo sepan ya y no hayan previsto algo para evitarlo. La madre del narrador es una de las que sí cree que debe hacer algo, y entonces se viste para salir a alertar a la mamá de Santiago Nasar; pero antes tiene esta extraordinaria conversación con su marido, quien le pregunta adonde va:

- A prevenir a mi comadre Plácida -contestó ella-. No es justo que todo el mundo sepa que le van a matar al hijo, y que ella sea la única que no lo sabe.

- Tenemos tantos vínculos con ella como con los Vicario -dijo mi padre.

- Hay que estar siempre del lado del muerto -dijo ella.

(diálogo de "Crónica de una muerte anunciada" de Gabriel García Márquez)

martes, 30 de septiembre de 2014

Ventana sobre el miedo

El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza:

Si usted ama, tendrá sida.
Si fuma, tendrá cáncer.
Si respira, tendrá contaminación.
Si bebe, tendrá accidentes.
Si come, tendrá colesterol.
Si habla, tendrá desempleo.
Si camina, tendrá violencia.
Si piensa, tendrá angustia.
Si duda, tendrá locura.
Si siente, tendrá soledad.

 
(palabras de Eduardo Galeano - Las Palabras Andantes)

sábado, 27 de septiembre de 2014

Las líneas son cosas

Las líneas son cosas por el solo hecho de estar formadas entre los dedos y depositadas en el papel...acercadas unas a otras...las relaciones las transforman en geometría...ahí ya han dejado de ser ellas mismas para pasar a ser un objeto final de un proceso parecido al del tejido de una alfombra.
Lo que se persigue está al final, aunque contenido en cada uno de los nudos...

Desarrollar este concepto de trazos es alejarse de la tiranía de las ideas... es el trabajo de descubrir nuevas posibilidades... los proyectos se desarrollan en los márgenes de las ideas.
Solo lo que de nuevo se aporta al proyecto da confianza a los inicios...

Moverse en los márgenes de las ideas...incluso de una manera real. Construir aquello que envuelve las decisiones.
Los espacios construidos como trazos alrededor de ellas... tejido alrededor de las cosas... para protegerlas, para permitirnos entrar... recoger lo que nos envuelve.
Ese movimiento del agua al introducir nuestra mano en ella.

Definir un espacio, es definir los trazos que lo envuelven... cada una de las paredes sería una línea que se deshilacharía en una serie de capas que, por sucesivas contracciones, definirían el interior de las cosas.


Para Clorindo Testa, por el día de sol que me regaló, detrás de su obra en Avenida Las Heras: el Museo del Libro y de la Lengua. Gracias por la postal!





Texto: entrevista copiada textual a Enric Miralles y Carme Pinós.
Imagen: Libreta, manos creadoras, escritorio y colores de Testa.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Orden y forma



El orden es.
El diseño es dar forma en el orden.
La forma surge de un sistema de construcción.
El crecimiento es una construcción.

En el orden está la fuerza creadora.
En el diseño están los medios:
dónde, con qué, cuándo, con cuánto.
La naturaleza del espacio refleja lo que éste quiere ser.
¿Es el auditorio un Stradivarius o es un oído?
¿Es el auditorio un instrumento creador
afinado para Bach o para Bartok?
En la naturaleza del espacio está el espíritu
y la voluntad de existir de cierta manera.
El diseño debe seguir estrechamente esa voluntad.
Por eso un caballo pintado a rayas no es una cebra.
Una estación de ferrocarril antes que un edificio
quiere ser una calle,
surge de las necesidades de la calle,
del orden del movimiento.

A través de la naturaleza el por qué.
A través del orden el qué.
A través del diseño el cómo.
Una forma surge de los elementos estructurales
inherentes a la forma.
Una cúpula no ha sido comprendida
si surgen preguntas sobre cómo construirla.
Nervi hace crecer un arco.
Fuller hace crecer una cúpula.

Las composiciones de Mozart son diseños.
Son ejercicios de orden intuitivo.
El diseño incita a más diseños.
El diseño deriva sus imágenes del orden.
Las imágenes son la memoria, la forma.
El estilo es un orden adoptado.

El mismo orden creó al elefante y al hombre.
Son diseños diferentes,
nacidos de diferentes aspiraciones,
conformados en diferentes circunstancias.
El Orden no implica Belleza:
el mismo orden creó al enano y a Adonis.
El Diseño no produce Belleza,
la Belleza surge de la selección,
afinidad, integración, amor.
El Arte es una forma que pone vida en el orden .
El Orden es intangible,
es un nivel de conciencia creadora
que asciende indefinidamente de nivel.
Cuanto más alto el orden
mayor es la diversidad en el diseño.
De lo que el espacio quiere ser,
lo insólito puede ser revelado al Arquitecto.
Del orden extraeré fuerza creadora
y poder de autocrítica
para darle forma a ese insólito.

De ahí nacerá la Belleza.