domingo, 10 de diciembre de 2017

Primer beso


Chi, chichi. Decime, que pasa. Vení acercate. Si. Cuchame, no la vas a poder creer, Laura gusta de vos. ¡¿Que!? Sh, boludo que nos van a sacar del aula. ¿Laura gusta de mí? Si, eso me dijo Ceci y Sole. ¿Entonces? Banca, ya está todo charlado. ¿Cómo todo charlado? si yo recién me entero. Si, pero vos vas a hacer lo que te digo. ¿Qué cosa? Cuando suene el timbre del recreo salimos todos, pero vos no vas al patio, sino al costado, ¿viste dónde está el salón de música? bueno ahí. ¿Y ahí? Le das un beso boludo. Nonono. Si chabón, si siempre te gustó Laura. Si pero nunca di un beso, no sé cómo se hace. Déjate de joder, práctica con el brazo. Cómo voy a practicar con el brazo. Practica. No, estás loco. Haceme caso, besate el brazo. Bueno. Ves, no es tan difícil. No sé si seré yo, pero beso cómo el culo si ella llega a ser mi brazo. No, ella va a sentir otra cosa. ¿Y vos cómo sabes? Me lo enseñó Yoni a lo del brazo y cuando le di el beso a Ceci funcionó, por lo menos después nos dimos otro. Me siento rato besándome el brazo. Practica boludo, vos práctica que falta poco para el timbre. ¿Y con la lengua qué se hace? no sé qué hacer. Déjala ser. Supongo que no le debe gustar esto a ella. Si, le va a gustar vas a ver. No sé, mirala, pareciera que no está tan nerviosa como yo, está copiando lo que escribe la profe y todo. Está nerviosa ya me dijo Ceci también, quédate tranquilo que los dos están igual. Uh esto va a ser un desastre, no sé ni cómo arrancar cuando la vea. Cuando la veas charlas, le haces un par de preguntas y listo. Bueno, voy a ir sin el guardapolvo, me queda mejor. Ya fue, te ve todos los días así, un día más no hace la diferencia. Si, pero quiero estar lindo. Bueno anda sin guardapolvo, ¿querés un chicle? Si dale. Un bazooka tengo. Gracias. Escupilo antes de salir al recreo y listo. Que nervios, prefiero ir a jugar a la pelota. No seas cagón, es la chica que te gusta desde segundo grado, dale. Si, tenés razón ya soy grande es momento de hacerme hombre. Ese es mi amigo. Uh no, el timbre. Uh si, uh si, vamos dale, con huevos. Dios. ¿No te ibas a sacar el guardapolvo? Si toma, estoy muy nervioso. El chicle, el chicle, escupilo antes de verla. No doy más. Tranqui que va a ir bien, pensa en el brazo. Después te cuento. Con huevo vamos.

¿Y qué tal te fue? No sé. ¿Cómo no sé? Si, fue raro. ¿Raro cómo? ¿estás contento? Me dio cosa, pero quiero volver a hacerlo, no sé. ¡Viste! Te gustó entonces. No, no sé si me gustó, sólo se que la quiero besar de vuelta. Genial entonces, porque hoy festeja el cumpleaños Sofi en el salón de enfrente, y ella va a estar. ¿Cómo? Si está hablado con las chicas. Nos quedamos jugando a la pelota y ellas van a venir con nosotros también. No, de vuelta armaron todo boludo, no puedo creerlo, me siento un títere. Si, pero un títere feliz, me lo vas a agradecer vas a ver. No lo sé la verdad. Cuchame, ¿con las manos que hacías? Nada que voy a hacer. ¿Cómo nada? Si, nada. No boludo, una mano ponele en la cara que les gusta. ¿Cómo? Practica con vos. No, esto no me esta gustando. Si, ponete la mano en el cachete, haceme caso. ¿Así? Si algo así ponele. Es raro esto. Ahora sí pero después vas a ver que no. ¿Y con la otra mano? ¿Y dónde la pondrías vos a ver? déjate fluir hace lo que tengas ganas boludo. Le acariciaria el pelo creo. Bueno hace eso, pero práctica en vos, importante lo de las dos manos. Si dale. Igual lo más importante ya lo hiciste. ¿Qué cosa? Y si, hice que te chupes el brazo, se ve que te gusta mucho Laura. Sabes que si, no quiero pasar papelones. No va a pasar, gusta de vos y vos de ella. Si tenés razón, la quiero besar ahora. Bueno tranquilo, que falta para el cumple, además también lo vas a hacer mañana supongo ¿Cómo mañana? Y si, mañana esta el campamento ¿no te acordabas? Uh cierto. Así que mañana seguro que también la besas. No me digas que está todo arreglado de vuelta. No lo sé amigo, no lo sé, yo me pregunto lo mismo.

sábado, 9 de diciembre de 2017

El cosito de la pizza


Las aceitunas las comía yo. Llegaba la pizza y enseguida, ella pinchaba con el tenedor de a una y las arrastraba a mí plato empujandolas con el cuchillo. Hacía esto con las cuatro aceitunas que no eran mías. Terminaba así, comiendo ocho aceitunas. Estaba viviendo en la Av. Corrientes, antes de que yo me mude, por lo que siempre terminabamos comiendo pizza. "Pisa" cómo yo le decía o "Pitsa" cómo le decía ella, da igual. Cómo había que elegir porque no había plata era o salir a comer o ir al teatro. No podíamos darnos el lujo de las dos. Creo que la única vez que hicimos las dos, fue en el cumpleaños de ella. Recuerdo mucha felicidad en ambos, más allá del festejo, el estar gastando en ella sabiendo que no se puede y que en el futuro tendría consecuencias y no me importaba, creaba un clima de adrenalina y de exacerbado disfrute en mí. Dígamos que uno se está obligando a disfrutar esos momentos y está bien.
Había otras que a mí me gustaban más, cómo Pirilo, que disfrutaba de ir a comer solo porque era al paso, El Fortín, donde comía cuando era chico cuando la familia era grande y La Mezzetta de Urquiza, que era la que comíamos con mis amigos y a la que viajabamos exclusivamente hasta allá para ir a buscarla. Cómo podrán ver, mi última cena bien podria ser una pizza.
Con ella íbamos los Viernes a comer. Yo salía del laburo rajando, me tomaba el 45 y ella ya estaba esperándome en la pizzería que seguía. Teniamos una ruta armada. Ella la había dibujado a mano, con la ubicación de cada una y aclarando cual era la especialidad. Los nombres escritos en rojo y la especialidad en azul estaban. El papel que era tamaño a4, estaba pegado en la puerta de la heladera con un imán de Las Cuartetas en una esquina y en la opuesta una de Guerrin. Las servilletas que usábamos en la casa de ella también tenían los colores y los nombres de las diferentes pizzerías, no eran blancas como en todas las casas. Me decía que eran más divertidas así.
Ella también juntaba en un rincón de la cocina el "cosito" de la pizza. Tenía como una especie de pirámide armada con cositos de diferentes colores. Coleccionaba eso. A mí me parecía un buen adorno, por lo menos estaba contextualizado. De hecho, cuando me juntaba en otra casa, me guardaba el cosito a escondidas, para llevárselo a ella y que agrande la pirámide. Y más si era de algún color que no tuviese, me alegraba. Era conseguirle la figurita difícil, imagínense.
Un día fui a cenar a una casa donde conocía a una sola persona, por Devoto, había ido a hacerle la gamba a un amigo con una de las pibas que estaba ahí. Cuando llegó la pizza, era un cosito que nunca había visto, como una especie de joya en el medio del queso. No lo podía creer. Lo primero que hice fue agarrarlo apenas se abrió la caja y se me quedaron viendo, pensando en "que va a hacer este loco con el cosito". No me importó. Al otro día se lo llevé y cuando lo vio me dijo que era una especie de trébol de cuatro hojas para ella. Tanto es así, que lo separó del resto de la pirámide y fue a guardarlo en un cajón, en donde guardaba las cosas importantes.
Entre los cositos y las aceitunas, me hacia sentír una buena persona, me hacía feliz. Me encantan las aceitunas, pero las cuatro que me daba ella, eran siempre más ricas, más gustosas y debe ser porque me hacían sentir que estaba haciendo un bien. No tiraba comida y ella tenía alguien con quien compartir.
De algún modo le inculcaba valores a mí hija y no hay mayor alegría que eso para un padre.




miércoles, 6 de diciembre de 2017

Lentes de sol


Todo empezó, o más bien terminó, cuando yo le decía que los lentes de sol en realidad eran lentes de no sol, pero que por marketing el "no", no garpaba, entonces le quedaron como los conocemos "lentes de sol". La cosa es que ella sostenía que los lentes eran para el sol y el argumento era que uno podía verlo así directamente. Lo que yo le decía era que no lo estaría viendo, porque era una imagen distorsionada y agregaba ya un poco encascado, que ninguno de los que usaban "lentes de no sol", los usan para verlo. Incoherencias del enojo.
Discusión va, discusión viene, yo le termine en parte dando la razón cómo siempre, ella enojada porque le daba la razón cómo si fuese una loca y todo básicamente como el orto, por unos putos lentes de sol. Discusiones boludas de ese tipo y sin sentido, de cuando todo se empieza a resquebrajar. Cuestión, de unos lentes y el sol, llegamos a la afirmación de que nos teníamos que separar. Ella lloraba a borbotones, yo estaba triste pero serio. Lloraba pero de otra manera, vieron como es: uno usa las lágrimas otro escribe, uno escucha canciones tristes otro se emborracha y así. La cosa es que por algún lado sale.
Esta anécdota de los lentes, era otra más de las tantas peleas cotidianas, cómo la de la pasta de dientes, que habrá durado alrededor de un mes creo. Yo la apretaba en cualquier lado a la pasta, ni siquiera del medio, porque habría que calcularle, apretaba y ya. Ella era de las que apretaba desde abajo para poder usar toda la pasta pareja. ¿Cómo terminó todo? Un día me voy a lavar los dientes y veo que la pasta está toda destartalada, con un desorden hermoso, ¡la flaca se había comprado su propia pasta! Y ahí estaba en el vasito que usaba para hacerse buches, límpida, pareja y lo juro que la ví, llena de felicidad.
El vasito era otro tema. Yo tomaba del chorro directo, pim pum pam y escupía contra la panza del lavatorio. Ella se quejaba que salpicaba todo el baño con un buchesito de agua en la boca. En tono chistoso le decía que iba a hacer como la propaganda e iba a escupir en serio, haber que sentía. Uno trata de tomarse las cosas con humor durante los primeros encontronazos, pero no, vuelven y cada vez más intensos. Nunca solucionamos el tema del vasito de mierda ese, por eso lo digo, de hecho empeoró.
Cómo todos sabemos, las parejas  son de a dos y para tirarle flores a ella, está la de las zapatillas. Nos íbamos a acostar y yo tiraba las zapatillas así como salían, todas desparramadas por la pieza. Me decía en tono chistoso también, que un día me iba a caer y que las acomode más cerca de la cama. Yo no le hacía caso, le decía que estaban hechas para estar en el piso las zapatillas y nada más. ¿Que paso? Un día me levanté de madrugada, fui al baño y cuando volví en la oscuridad me tropecé y fui a aterrizar contra el borde de la mesita de luz. Hecho poronga terminé. ¿Qué hice de mal además de caerme? No la quería despertar y como el golpe había sido tan seco ni se mosquio. Agarre unas gasas de por ahí y me apreté fuerte un rato en la herida hasta que me dormí. Listo el pollo. Yo dormí como un duque y ella también. La cosa es que al otro día me levanta toda desesperada y enojada. Yo no tomaba conciencia de la pelotudez que había hecho y le decía que no se preocupe que las sábanas las iba a lavar yo. Ahí se enojó más, y eso la llevó a que me puteara de arriba a abajo durante todo el trayecto al hospital. Tenía razón, era un boludo. Al rato, llegamos a la guardia y por la profundidad de la herida me hicieron pasar de una. Diez puntos que me abarcaban casi toda la frente. No hablamos en todo el viaje de vuelta, le di un beso de compromiso, me bajé del auto y subí. Ella se iba a trabajar. Con lo mal que me sentía por la situación, agarre las sábanas enseguida y las puse a lavar de la cantidad de sangre que tenían. Ordené la casa también, para que cuando llegara esté todo como ella quisiera. Prepare el almuerzo como de costumbre, ya que siempre se escapaba al mediodía del laburo y venía a comer. Hice su comida preferida. Todo perfecto, nada puede salir mal se imaginan, bueno si, todo puede salir un poco peor siempre.
Llega y ya estaba de mal humor y tengo que aclararlo que yo no sabía en realidad por qué era. Pensaba que por mi. Pues no. Con la mesa ya lista me pidió que saliera y que la acompañase, medio que a los gritos. Le preguntaba por qué y no me decía. Desde el vamos me ponía nervioso que llevara los lentes de sol. Me gusta verle a los ojos a las personas cuando le hablo.
Cuestión, calladito y obediente, agarre las cosas con las que uno sale y la seguí de atrás. Empezamos a discutir sobre los lentes que llevaba puestos y terminó derivando en que nos teníamos que separar. Eso, todo el resto y la conjuntivitis que se acababa de agarrar.

Marilyn y Arthur

viernes, 17 de noviembre de 2017

Preferible uno bien hecho a tres o cuatro


Pasame el agua, muero de sed. Banca que no la encuentro. No doy más. Yo tampoco, estoy detonado, acá está, tomá. Gracias. Déjame un poco porfa. Si, tomá, agarrá, dale boludo agarra que se me cae. Bueno banca tan apurada estabas. Boe, creo que hay otra agua en la heladera igual, sino tenés birra. Estoy para una cervecita eh, traigo agua y birra. Dale, si. Ahí vengo. Ah, y fíjate que quedó chocolate en la puerta de la heladera, arriba donde irían los huevos. Ok. Sabes que después me gusta comer chocolate. Dale, ¿aunque estemos todos transpirados? Si, comerlo justo antes de cuando me duermo me cae mal sino y ya me está empezando a agarrar sueño. Bueno, bancame. Si.
Cuchame, no encuentro la birra, ¿QUÉ? HABLA FUERTE, NO TE ENTIENDO NADA. QUE NO ENCUENTRO LA BIRRA BOLUDA. FIJATE EN EL FRIZER FLACO, LAS PUSE PARA QUE ESTÉN BIEN FRÍAS. BUENO. HABLAME ACÁ, SABÉS QUE ODIO GRITAR LA PUTA MADRE. AHÍ LAS ENCONTRÉ, AGARRO DOS LATITAS LINDA.
Tomá, están a punto eh, justo terminamos, un poco más y explotaban. Tampoco para tanto, hemos estado más y no pasó nada con las birras. Bueno, que se yo, digo nomás. Mirate chabón, estás empapado. Y si ¿qué esperas boluda? ¿Cuántos hicimos?. No sé, tres o cuatro. ¿Cómo no sé? Y no sé bolas, vos te fijas en eso. Vos también te podrías fijar, por ahí me paso de rosca y no te das cuenta la próxima. Bue, aguanta. Es chiste, con tres estamos. Por mí con uno pero bien hecho estaríamos. A vos porque te da lo mismo. No, tampoco lo mismo, pero no le pongo la carga que le pones vos. Para mi es importante, es algo que hacemos los dos. Si, pero por momentos como que te sigo. ¿O sea que no tenés ganas? No es eso bolas, no me vas a entender. Si, quedate tranquila que yo entiendo todo. Uh, ya te enchinchas. No. Si, te enchinchas boludo, pareces un nene cuando te pones caprichoso con algo. Justo yo, claro. Si, mira te cruzás de brazos ya, a la defensiva, te falta hacer puchero, me muero jaja. ¿Encima te reís? no me parece chistoso. Dale ya fue, entendeme que llegó del laburo cansada. Bueno, puede ser, tenés razón. Gracias. De nada. Igual, mañana lo hacemos de vuelta. Si dale, pero menos si estás cansada. Que comprensivo de repente, te digo que casi me asusta. Te lo digo en serio, toma chocolate. Ah menos mal que te acordaste de mi, dos cuadraditos me dejaste hijo de puta. Pensé que no te gustaba el chocolate blanco. No me gusta. ¿Entonces?. Pero hoy quiero. Quien te entiende loco, si no te hubiese dicho ni cuenta te dabas. Seguro que no. Viste. Quedó algo de negro en la mesita de luz, en el fondo, fíjate. A ver banca,¿ el agua la tenés vos no?. Creo que sí, ya te digo. Como cuesta abrir este envoltorio, no sé con que mierda lo pegan, le mando diente ya fue. Cuando termines, deje el agua al lado tuyo, cuidado. Dale, gracias. ¿Está complicado?. No, es un toque. Pasame que lo abro yo. No no, yo puedo. Veo. Hijo de puta, se me resbala. Es un show esto, te gana un chocolate, pasamelo boludo. Te dije que no, este hijo de puta no me va a ganar, si puedo con un frasco de mermelada cerrado al vacío, tengo que poder con esto. La mermelada te la doy para que me la abras porque me das ternura. Si, claro, que chistosa. No, en serio, dame. Boe, toma rompe huevos. Te falta sopa logi. Si hay algo que me sobra es sopa chiquita. Listo, pillo. Dah, ¿cómo mierda hiciste? No sé boludo, lo abrí normal, agarra. No, tenelo vos, yo ya le entre al blanco y me bastó. Genial, todo para mí. Tampoco tanto, déjame para mañana. Comprate querido, soy yo la que siempre llena de chocolates la casa. Claro ¿y de la cerveza quién se encarga?. Cuando tenés razón, tenes razón, come. Un poco nada más, con almendras qué rico. Y si a mí me gusta el buen chocolate, que es eso de chocolate blanco. No entendés nada nena, blanco y en rama no hay con que darle. Bien que comes de este. Yo como lo que venga si tiene chocolate. Chocolate y queso. Si obvio y queso. Somos dos gordos ves. Es por el ejercicio que hicimos. Ah sos una caradura. ¿Qué decís nena?. Y si, te costaba una banda arrancar, más frío estabas. Ah listo, te fuiste al joraca. Dale boludo, es chiste, te tomas todo a pecho. Si, tenes razón, es una boludes. Viste. Si. Che. ¿Que? Mirá tus gambas, son largísimas. Y si, soy alto querida. Bueno pero miralas. Las veo. Y los pies. Bueno, los pies son tabú en todos, ni los mires. A mi me gustan. A nadie le gustan los pies de nadie. A mi me encantan tus pies. Me estás preocupando. Es una parte más del cuerpo, ¿cuánto calzas?. 43-44, una cagada. ¿Por qué? Porque muchas veces no hay del talle y me termino comprando unas que no me gustan tanto, y vos ¿cuánto calzás? 36 si no me creció el pie. Más tierna. ¿Tierna por qué? ¿no era que no te gustaban los pies? Si pero los tuyos si, son delicados, finos. ¿Cómo sería eso?. Pequeño, pero proporcionado. Bueno, gracias por lo de proporcionado. Pero que sean chicos los hacen lindos, no me gustaría compartir las zapatillas con mi novia. ¿Qué problema habría a ver? No, nada, es por una cuestión egoísta nada más. Menos mal que lo aclaraste. Si boluda, sabés como soy, no me gusta compartir la ropa. Bueno, así pues si. Y si, banca vos también estás toda chivada, mirá tu tibia. Si, no sé porque me transpira tanto la tibia. Debe ser por alguna posición rara que hiciste. No creo. Para mi si. No que recuerde, lo hicimos como lo hacen todos. Y si, en teoría todos corremos de la misma manera. Ya fue, estiremos que sino cuando nos acostemos nos va a doler todo. Dale, mañana nos tocan tres o cuatro kilómetros de vuelta encima. Sigo sosteniendo que prefiero hacer uno a conciencia, que tres o cuatro yo. Estira, mañana lo vemos. Ok

miércoles, 15 de noviembre de 2017

La ex


Salgamos, listo. No, estoy con Rober. Si ni siquiera lo amas. Estamos bien, cállate. "Estamos bien" JA, ya conozco eso, es cuestión de tiempo. No seas así, ¿querés? estamos en una etapa complicada nomás. Dale, déjate de joder, por algo me hablas. ¿Y qué problema hay en qué te hablé? ¿Cómo qué problema hay? Soy tu ex boluda, cogimos hace nada, ¿una semana?, no sé, cuando te separaste, en ese lapso, vos sabés el día. ¿Y qué tiene? déjame que reestablezca mi relación y listo. Yo te dejo boluda, vos me hablaste a mi, sólo te digo lo que me parece. ¿Y qué te parece aver? Que estás bien. ¿Y entonces? ¿qué tiene con eso? Que si estás bien, esta todo mal, que si realmente lo amas tiene que ser una montaña rusa tu vida, ahora sí me contestas "estamos bien" hay algo en lo que te estás mintiendo. Si, estamos bien, ¿qué tiene de malo? Dale, ¿lo amas? quiero escuchar eso nada más y te dejo tranquila. ¡Uh boludo, si lo amo! ¿Estás contento? La verdad que no, me estás mintiendo, bah en realidad te estas mintiendo, ¿para qué me hablaste? Bueno, no hablemos más y listo, chau. Chau, suerte.
Hoy tengo mi primer paciente. ¿Y por eso me habías hablado? No sé porque te hablé. JA, te va a ir bien, siempre te lo dije, vas a ser una excelente profesional. Gracias, estoy ansiosa, nerviosa, todo. Tranqui, va a ir todo bien, ahora, ¿tu novio qué onda? ¿Volvemos al mismo tema chabón? ¿en serio? estamos mal, ya nada nos une, estoy mal, él también, mi vida prácticamente es una mierda, el mundo también, ¿estás contento? Y no, yo prefiero que estés bien. Y bueno, entonces no me pinches, sino me pongo mal, quiero tener una relación normal, como la que tiene cualquiera, no me hagas pensar. Yo solo te digo que estás siendo injusta con él y con vos, principalmente con vos, él me chupa un huevo. No seas así, estamos bien y punto. Ok, sólo te digo lo que veo. Bueno, ves mal. Pero si me estás diciendo que estás mal, y justo hoy me mandas captura de pantalla de un recuerdo de Facebook de cuando salíamos. Y si, es de hoy el recuerdo, ¿cuando querés que te lo mandé sino? No sé, a mi me apareció un recuerdo en el face de los dos hace unos días y no te lo pasé. Vos porque sos diferente. Si, ya lo sé. Si no fuera por mí ni hablaríamos. Tampoco para tanto. Dale boludo, nunca me hablaste. Y si, porque yo soy así con mis ex. Y está bien, yo te hablo porque me salto el recuerdo y porque leí un libro que me recordó a vos, nada más. ¿Qué libro leíste? Era sobre el amor de un tal Mauro no se qué y por eso me acordé, lo arranqué ayer y ayer lo terminé. O sea que desde ayer pensás en mi, bien, ¿cómo era el título? "Un reino demasiado breve". Ah, es el de Libertella. ¿Me jodes qué lo leíste? Perá, ¿cómo hiciste para terminarlo en un día? Lo leí boludo, me cebé, ya sabés cómo soy, media ansiosa. No sé qué se yo. No me esquives, ¿lo leíste? Con ustedes la ansiosa. Cin istidis li insiisi, y vos...el misterioso nene. Y si, sabés que siempre fui así, es lo que en un momento nos unió y nos sedujo del otro. ¿Qué? ¿Qué te sedujo? Eso boluda, que seas tan decidida y directa, ya lo sabés, dale. Bueno no sé por eso te pregunto. Si lo sabés. No, la verdad que no. Boe, ¿y de mi? ¿De vos qué? ¿Qué te gusta? Y básicamente que sos un misterio boludo, nunca dejo de conocerte. Ah me equivoqué, qué es lo que te gustaba quise decir, no, lo que te gusta, qué fallido te mandaste ahi eh. No es fallido, la entendí así, como lo que me gustaba antes de vos, ahora solo sos un ex. Si, un ex al que le hablas estando de novia. ¿Y qué problema hay? Ninguno, sólo digo lo que es esto, una conversación de ex estando en pareja, hablando de temas que no les gustaría saber qué hablamos a nuestras parejas. ¿Y por qué se habrían de enterar? No sé, ¿por vos? Yo no estoy haciendo nada malo. Sabes que si, estos temas no se hablan con ex. Por ahora no hicimos nada malo. ¿Por ahora? ¿qué pensas hacer? Nada, solo digo que yo como novia soy intachable. Si, yo lo creo, de novia conmigo eras intachable. Dale, yo con mi novio soy igual. ¿Igual? ¿repetís historia? No boludo, soy igual de sincera. Entonces decile lo que sentís. Y si, el sabe lo que siento, además eso ya es tema mío. Bueno, es tema mío también. ¿Por qué? Quiero invitarte a tomar algo. No, la verdad que no. Bueno. ¿Bueno qué? Bueno que no. Ah oka. Ok. ¿Ok a qué? Nada no sé, sólo puse algo. Claro, ¿para qué escriba no gil? Gil me pone ja. Sos un boludo. Si vos lo decís. Y te odio. Si vos lo decís. Sabes que no es así tonto. Bueno, gracias, por lo menos una soga me tiras. Si sabés que te aprecio mucho, sino no te estaría hablando. Si tenés razón, y yo a vos, de verdad quiero que te vaya bien hoy con el paciente. Gracias, estoy llegando de hecho. ¿De cuánto es la sesión? No sé, cuarenta minutos se supone, no sé como hacer para mirar el reloj y no quedar mal, soy una pelota de nervios. Ya fue, tranqui, hagamos así: te mando mensaje a las nueve y cuarenta que es cuando terminaria, dejas el celu con sonido ¿dale? Bueno, así no miro el reloj. Joya, te paso a buscar dónde siempre. Sos un gil la puta madre. Te mando. No me mandes antes eh, porque ya conozco tus chistes. Nono, nueve y cuarenta te mando y te espero de la vereda de enfrente, vamos a tomar algo y charlamos. Me estás metiendo en un quilombo boludo, te odio. No chiquita, te metiste sola, nos vemos al rato, beso. Beso.

sábado, 4 de noviembre de 2017

Pelos

La dueña de casa,
me pidió el abrigo para guardarlo.
Tenía calor, y atiné a sacármelo.
Antes,
una familia de pelos sobre mi hombro
esos a los que ya estaba acostumbrado
a ver.
Uno más largo, morocho,
de ella,
otro, corto y rubio,
del gato y
un nuevo integrante
que se me venía camuflando:
en la sábana,
en el lavatorio por las mañanas,
en las camisas;
pareciera que en las cosas blancas,
la vida nos va preparando
para desaparecer.

domingo, 29 de octubre de 2017

El bondi


Bueno si no me equivoco, llegamos. ¿Cómo?¿No era que sabías donde paraba el bondi? Si, ahí dice 60, el cartel no se puede equivocar. Si, pero el 60 tiene una banda de ramales, sos un colgado, te lo dije en tu casa boludo. Hagamos algo ¿querés? cuando venga alguien más le preguntamos y listo. Son las cuatro de la mañana de un lunes chabón, ¿quién carajo va a aparecer? Banca, quedate tranquila que ahí en el cartel dice, a ver. Bueno fijate, que puedo terminar en cualquier lado. ¿Qué calle es esta? No sé boludo, vos vivís acá, yo no lo puedo creer. Que se yo, encima no sé lee una mierda esto. Me fijo en el maps sino, ah no, sabes que me quedé sin datos la puta madre. Tranquila, vos fijate si viene y yo sigo tratando de leer el cartel. ¿No ves qué no hay un alma en la calle? No va a venir nunca este bondi de mierda, siempre lo mismo. Si pensás así no va a venir nunca. No me vengas con misticismos ¿querés? Es ley de atracción querida, ni más ni menos, además yo creo en esas cosas, soy escorpiano. Y yo soy de la cdsm, ¿que tiene que ver? Bueno, te tranquilizas eh, porque vas a esperar sola el bondi. Si, tenés razón, perdoname, estoy nerviosa por esa entrevista de mañana, que es temprano. Si ya sé pero eso no justifica que te la agarres conmigo, agarrátela con el colectivero, que es el que no aparece. No, el no tiene la culpa de que haya tropezado con vos en el camino. Ja ja, que chistosa, ¿qué haces?. Me prendo un pucho, estoy nerviosa por lo de mañana te dije. ¿Pero no lo querías dejar? No al cigarro que fumo cuando espero el bondi no. Eso es raro, no vas a dejar nunca más así, te estás engañando y lo sabés. ¿No me estás escuchando no? mañana tengo la entrevista. Bueno, ok, hablemos de eso, ¿cómo estás para mañana? Y como el orto, la tengo en menos de siete horas y todavía no vino el 60, no quiero hablar de eso igual. Ah, re histeriquita estás. Y eso que estoy fumando, sino estaría peor, además vos no me entendés porque te falta cultura tabaquera, nunca fumaste. ¿Y qué tiene que ver eso? Y que uno se prende un pucho y viene el bondi, es una máxima. Y después soy yo y mi ley de atracción, parece que me estuvieses cargando. Es diferente. ¿Por qué? Porque esto es avalado por todos los fumadores, es sabido. Y la ley de atracción por todos los atraccionadores, ves, te saqué una sonrisa, relajá, te va a ir bien mañana, con ojeras, pero bien. Me río porque es malísimo boludo y suena peor a esta hora. Te reíste lo bastante para estar sobria, cansada y a esta hora, tenía todas en contra el chiste. El chiste era una contra para sí mismo. Yo lo único que sé es que no estarían captando tu batiseñal de la central del 60. Banca, que todavía le quedan pitadas, no seas ansioso. No es de ansioso...pero la puta madre, no conozco ni una calle del cartel este. ¿Pero donde mierda vivís? ¿en un tupper? caminamos 4 cuadras desde tu casa hasta acá. Si pero yo siempre me muevo del otro lado de la avenida, para este ni a comprar vengo. Pará, ahí viene algo. A no ves una mierda boluda, es una moto. Uh no, me olvidé los lentes en tu casa, viste yo sabía que me faltaba algo. ¿La sube la tenés por lo menos? Si, eso si, pienso que esto es culpa de que estoy fumando otra marca. ¿Por qué?¿Cuál fumas? Philip siempre, ahora esta cosa, pero philip corazón. Bueno, debe funcionar con esa marca también. No sé, no sé, por ahora me está dejando mal parada enfrente tuyo. No, mal no, me está dando la razón con lo de la atracción y a vos un motivo para que dejes de fumar del todo. Bueno si, me cuesta dejar, que querés que te diga. Yo te puedo ayudar. ¿Cómo? ¿Poniendo una película que duraba lo mismo que la trilogía del señor de los anillos? Hey estuvo buena. Si, sobretodo la parte que me morí un poco. ¿Qué? ¿cuando te dormiste? Y si. Mentira, si te levantaste sobresaltada, alta peli. El final me gusto. A mi también es como que no te lo esperas ¿viste?. No, me encantó el final porque terminó boludo. Estás a full eh. Y si, si me quedé dormida la mitad de la peli, no entendía nada. La podemos ver de nuevo. Dale, un día que este destruida, así aprovecho. Boe. ¿Boe qué? Y si, te quejas de todo. Hoy si, hoy tengo el permitido. Ah, ¿había permitido? ¿y recién ahora me vengo a enterar? Pactamos eso ahora si querés, ¿te parece?. Claro, vos porque te quejas hasta de la felicidad querida. Bueno, a vos te vendría bien quejarte un poco ¿no?. La verdad que si. ¿Ves? te dejé pensando. No, estoy pensando si me empiezo quejando ahora con vos. Ah no, mañana tengo la entrevista y hoy me toca a mi encima. ¿Y por qué no se podrían dar los permisos el mismo día?. ¿En serio me decís? porque explota todo si los dos nos quejamos, encima vos venís cargadito y va a ser peor. Arranco igual entonces, no me gustó una mierda lo de tu signo. Era un chiste boludo, que susceptible loco. No, no es un chiste, vos sos de Leo y por eso sos así. Nono, soy así porque soy así, además, ¿qué sería ser así?. Un poco irascible, medio terca y completamente seductora. ¿Yo soy seductora?, no me hagas reir. ¿No preguntas por lo de irascible y terca no?. No, porque ya lo se, pero ¿yo seductora? Si lo sos para mi, porque sos un poquito mala, pero es una manera de preservarte, porque no podés estar sin mi. Me da por los huevos aceptarlo, pero es así. Mirá como te reís cuando me ves. No te pases. Bueno ok. Gracias. Estás hermosa, así cansada y todo. Gracias. Y estoy pensando que no quiero que venga el bondi. Gracias y que egoísta. De nada. ¿Lo de egoísta ni lo tomás?. Te lo digo como algo lindo. Si ya sé, vos también estás lindo. Ya lo sé. Dale gil. ¿Que?. Humildad menos diez. Es chiste. Veo que estamos los dos chistosos, alto sueño. Si, mal. ¿Que viene ahí? algo se mueve. Otra moto boluda, no ves que tiene un solo foquito. Y no, porque veo dos. Bueno, es fácil entonces darte cuenta si viene. ¿Por qué lo decís?. Claro, cuando veas cuatro foquitos hay más probabilidades de que sea. Es buena esa eh. Que sería de vos sin mi. Y ya estaría en mi casa, porque me hubiese llevado alguno de los dos motoqueros que pasaron porque los hubiese parado. Tenés que ponerte los lentes, los tenés que usar. Ya sé, pero me da paja. Paja es tomarte otro bondi. Si, me ha pasado. Ya lo sé, por eso te lo digo, ¿a mi me ves bien por lo menos? Si, hermoso. Hablando de hermoso, que hermoso es que te hayas terminado el pucho y que ni asomo un colectivo. Claramente es la marca. O puede ser que yo no quiera que venga y y vos tampoco. Puede ser. Ah ya empezás a darme la razón. No, no te doy la razón, ¿no ves? tomás lo que querés sos un tonto, te estoy diciendo que puede ser de que no quiera que venga el bondi y vos te dormís, típico de flaco. ¿Y por qué no me lo dijiste antes boluda? Porque es tu casa chabón, no me voy a invitar sola. ¿Pero hace cuánto nos conocemos? No importa, yo soy así. Bueno ¿qué querés hacer? en este acto te invito a dormir a mi casa, ¿así?. Así. Bueno joya, vamos. No banca, que en realidad quiero quedarme con vos, pero tengo que ir a mi casa a buscar cosas. Uh me estás volviendo loco nena. No pará, me prendo otro pucho y listo, probamos si viene. Okey. A ver, che el anterior era el último la puta madre. Ya está es la ley de atracción como te decía, no vino el bondi y los dos queremos ir para mi casa. Bueno vamos, ya fue. Lo decís como si no quisieras, banca que se ponga en rojo. Dale boludo, no pasa nadie, ¿qué vas a esperar? sos cuadrado eh. Por pensar así, estamos como estamos. No exageres. Y es así. Mirá que hijo de puta, ahí se va el bondi, la puta madre loco. Ya está olvidate ahora si que no viene más, no tenés puchos. ¿No era qué no creías en lo del cigarro esperando el colectivo? No, yo creo en la atracción, vos pensaste en quedarte y que venga el bondi, bueno ahí pasó y te quedás, el universo responde de una manera perfecta. La puta madre, es re tarde. Tranqui, ahora ya llegamos y nos dormimos. Genial. Salvo que quieras hacer otras cosas. ¿Sos boludo? me tengo que levantar en nada prácticamente. Bueno solo digo, por ahí si lo pienso mucho se dé, por ahora hoy todo se dio así. Bueno ya que estamos, yo puedo atraer un desayuno a la cama antes de irme a la entrevista. Seguro que si lo pensás, se da. Quedamos así. Te amo. Yo también.

jueves, 26 de octubre de 2017

Tomar una Quilmes con vos


Tomar una Quilmes
con vos,
es sentir toda la humedad
de Buenos Aires,
en un maní,
en otro
y en otro.

Es estar en este bar
y que no me guste
la música
porque no te escucho.

Es tomar otra Quilmes
con vos
de tanto hablarte
y que me hables.

Tomar una Quilmes
con vos
es levantarse con una resaca,
dolorosamente
feliz.

lunes, 23 de octubre de 2017

Las mochilas



Tenía una mochila y la había dejado sobre el sillón para no apoyarla directamente en el piso y se ensuciara. Ella también llevaba una mochila, pero era mucho más chica que la mía. Apenas entró noté su tamaño y me dirigí a la mía pensando en todo lo que me sobraba: camisas, remeras varias, calzoncillos y sobre todo "recuerdos" para los de acá. Sacando eso, me encontraba en igualdad de condiciones que ella. Mientras se acercaba se escuchaba el inconfundible sonido de botellas de alcohol chocando.
Se sentó frente mío, sin quitar la vista de mi mochila mientras lo hacía, como juzgando su tamaño. Era un sillón de tres cuerpos igual que en el que me encontraba yo. Estaba completamente vacío y se sentó en el medio. La mochila la dejó a un costado, en el piso. Yo también estaba en el cuerpo central del sillón, pero demasiado echado y retraído como para poder captar su atención. Ella en cambio, tomó el protagonismo enseguida inclinándose hacia mi y empezó a pasar la mano por la mesa que nos separaba. Pasó su mano con suavidad, con la velocidad necesaria de las caricias. Pareciera que disfrutara del acto y que le diera placer hacerlo. Al parecer inspeccionaba el material con el que estaba hecha. Me sentí seducido, y a la vez pensé, es de mimbre. No se lo dije, porque no estaba realmente seguro, pero para mi lo era.
Después en el trayecto volviendo contra el respaldo sonrió, y yo le devolví también una sonrisa. No había de que reírse, era un día más y no esperaba nada de el, pero ella estaba ahí y devolviéndole la sonrisa, de alguna manera, la hacía sentir frente a un par, que teníamos algo en común, mas allá de estar en el mismo hostel con nuestras mochilas y de viaje. En seguida, reboto al llegar al respaldo y fue directo a su mochila nuevamente. Aproveché su descuido para volver a mis facciones descansadas y habituales, ese estado normal de la cara que a todos nos hace ver un poco tristes. Revolvió un buen rato sus cosas mientras se volvían a escuchar las botellas. Serán mínimo dos, pensé. Tenía lógica sino no sonarían. Pero el sonido provenía de diferentes sitios de la mochila. No, son cuatro, me corregí.
Mientras seguía buscando, me hizo repensar en todo lo que me sobraba en la mochila de nuevo. No tengo ni siquiera alcohol, me dije, mientras movía de lado a lado la cabeza.
Para mi sorpresa sacó un libro. Tampoco tenía uno yo y a esta altura me hizo concluir que en toda mi mochila llevaba basura.
Se volvió al cuerpo central, cruzo las piernas y se hundió en el sillón. Como era mi costumbre, traté de averiguar el título del libro. Pude ver que la tapa era de un color azul oscuro pero luego lo inclinó un poco hacia abajo, de modo que me la tendría que arreglar para hallar el nombre. Lo posicionó de tal modo, que la luz de la lucarna que se encontraba sobre su cabeza la inundaba por completo. Así quedaba en sombra lo único que me interesaba ver: su cara y el nombre del libro, el resto era luz.
Debía hallar la manera de invertir esto. Miré la lucarna y chisté. Me hizo volver cuando la vi recogerse el pelo. Me incómodo y encontré un aliado en el celular que empecé a mirarlo, pero no había nada que mirar allí. Inicie el juego de pasármelo de mano en mano, pero esto delataría mis nervios y lo dejé sobre la mesa. De algún modo nos separaba, pero empecé a verla como un medio para unirnos. Si, de alguna manera estaba marcando territorio. Coloque mi celular más cercano a ella que a mi, ganándole espacio. Mis movimientos eran torpes expectantes de su mirada. Reaccionó suspirando mientras doblaba el vértice de la hoja que estaba leyendo y después dejó el libro que leía tapa abajo a la misma altura que mi celular. Me tocaba mover a mi, me dije. Llevo una mochila repleta de cosas inútiles. Me entusiasmo contar con ventaja. Improvisé rápidamente para no demorar mi turno y saque de mi mochila un cuaderno que había traído para escribir las aventuras del viaje. Lo hojeé haciendo como si buscara alguna hoja en particular, pero estaban todavía todas sus páginas en blanco. Es un cuaderno, pero a simple vista pasaría a ser un libro, me las ingenié. Frené en una de las hojas y asentí actuando el gesto pero sin forzarlo. Me quedé un buen rato así, hasta que sea creíble mi uso del libro y a la vez para mostrarle cierta indiferencia, que estaba ocupado en mis cosas. Después crucé las piernas en la misma posición en que las tenía ella y me quedé mirando la hoja blanca. Mis ojos de a poco empezaron a ir de izquierda a derecha, y por momentos me daba cuenta que iba demasiado rápido, y ahí bajaba el ritmo. Por un instante hasta yo me creí estar leyendo. Al rato actuó como lo había hecho antes yo, tomó su celular y empezó a pasárselo de mano en mano. Tosió y lo apoyó sobre el libro de tapa azul. Se arrepintió enseguida, levantó el celular con una mano y con la otra tomó el libro, después volvió a apoyar el celular directamente sobre la mesa. Se acomodó moviendo un poco el cuerpo en el lugar, se tiró el pelo detrás de la oreja de un lado y abrió el libro en la página doblada. La desdobló, y la volvió a doblar hacia el otro lado, tratando de emparejar la marca hecha en la hoja y sonrió. Era un libro ancho, de unas 400 páginas y seguramente pesaba. Lo sostenía con tal facilidad, que saqué la conclusión de que era una lectora frecuente y hábil. Se estiró sin moverse de su sitio y se puso a buscar nuevamente algo en la mochila. El libro seguía firme, la mano tensa pero a la vez cómoda. El sonido de las botellas sonaba sin parar y a ella parecía no importarle demasiado. ¿Que llevará?¿Vino, cerveza? Pensé en cerveza, por la cantidad de botellas que estimaba que tenía y por el sonido. Sabía distinguir el sonido de unas cervezas chocando de unas botellas de vino. Cerró el bolsillo principal y fue a abrir otro más pequeño. De allí sacó un lápiz y por tener las manos ocupadas, dejó el cierre abierto. Volvió hacia su lugar e inclinando el libro para que lo ilumine la lucarna corrigió su postura tirando los hombros hacia atrás. Habiendo realizado esta performance, detecté que mi posición era pésima y estiré mi espalda para dejar mi columna larga y erguida. Alargando mi cuerpo, sentí como el aire inflaba mi pecho y comprendí: dejé mi cuaderno en la mesa, recogí mi celular y me incliné hacia un lado. Lo guardé en uno de los bolsillos del jean y volví a la posición habitual. Fui a mi mochila y del bolsillo más chico saqué un paquete de cigarrillos, me incliné nuevamente hacia un lado, el contrario de donde tenía el celular y saqué el encendedor. Le ofrecí un cigarrillo sin decir nada, invitándola dejando uno asomado del paquete. Se sobresaltó y cuando se relajo, asintiendo en silencio lo tomó. Con la otra mano acerqué el encendedor y retardando lo máximo posible el acto, se iluminó por completo su cara y el titulo del libro.
Así me quedé, un buen rato disfrutando de aquella imagen hasta que me empezó a quemar el dedo. Ella metía los pómulos y llenaba sus pulmones. Lo extraño era que no salía la misma cantidad de humo que la cantidad que entraba a su cuerpo. De repente, le llamaron del otro lado del estar: ahora también sabía su nombre. Me hizo un gesto con la cara que la verdad no sé que significó pero entendí que estaba tratando de ser amable. Tomó la mochila, la cargó contra su hombro y se fue. El ruido de las botellas desaparecía a la vez que se achicaba su figura a la distancia. Cuando se fue de mi vista, encendí mi último pucho y me quedé nuevamente con la llama encendida hasta que me quemara, pero esta vez deleitándome del fuego mismo y no de lo que éste iluminaba. Bajé la mirada, al mismo tiempo que pitaba y mirando la mesa descubrí que se había llevado mi cuaderno. Tenía un lado bueno, que volvería a buscarme para que le devuelva el suyo y tenía el lado malo, que sabría que lo mío había sido todo una farsa. Debía estar preparado. Fui al kiosko más cercano y compré un Philip de 10. No eran los que más me gustaban, pero hacía un rato, era los que me había aceptado ella. ¿Y si no les gustaran otros?. Aproveché el viaje y compré una Stella. Llegué al hostel y abundaba el silencio. Todos estaban dormidos ya. Mi mochila seguía allí, como la había dejado, sentada. La bajé del sillón, a un costado, abrí la birra con el encendedor y tomé del pico. Abrí el atado de puchos y prendí uno. Tomé el libro que había dejado antes de irme sobre la mesa y lo abrí en donde había doblado el vértice ella. La desdoblé porque no me dejaba ver lo escrito. Allí se podía leer a mano alzada: "me gusta saber que tengo todo lo que necesito en la espalda". Tomé un lápiz de mi mochila y escribí en el poco espacio que quedaba: "gracias". Doblé la hoja por donde estaba marcada y guardé el libro. Volví a mi asiento, tomé el cigarrillo del cenicero y le di otra pitada. La cerveza transpiraba, ya estaba caliente, la tenía que tomar igual no estaba en condiciones para tirar plata.
Me había dado sueño, no había cenado y no me importaba, tenía todo para mañana, lo que traía de antes sobraba en mi mochila. Algunas veces solo se necesita algo que fumar, algo que tomar y una mujer a la cual admirar, me dije, mientras apagaba la colilla contra el cenicero. Tomé mi mochila con ambas manos y la lancé inclinándome a mi espalda. Nunca la había sentido tan pesada. Era muy pesada en verdad. Medio mareado fui hasta la habitación y la mochila cayó con un sonido fuerte y grave contra el piso al lado de mi cama. Saltándola me acosté para dormirme definitivamente, pero antes concluí en que había sido un gran día.

jueves, 19 de octubre de 2017

La ventanilla



Un poco menos tristes
en este bondi,
son los de las ventanillas,
como yo,
los cuales poseemos
algo.
Abro la ventanilla
y nadie dice nada.
Empieza a hacer calor.
El de al lado
suda, me llega.
Lo siento
sin tocarlo.
Por que no dice nada?
click!
Cierro, la ventanilla.
Me sonríe.
La vuelvo a abrir,
y baja
la mirada.
Le hago un gesto
que se corra.
Me bajo, voy a bajar.
No pido permiso,
se levanta y yo paso.
Y se vuelve a sentar
en mi ventanilla.
Ahora es suya
la deja así,
como está.
No sabe
que de el depende
mucho.

Cuero, piel y metal, carmín y charol.


No precisaba ver el reloj para saberlo, eran las once y media. Me habías preguntado por la hora y te contesté sin correrte la vista de encima. Nos sobraba tiempo pero era mi obligación llevarlo a cabo en ese momento. Sabía también que nos encontrábamos solos en el departamento sin siquiera conocerlo. Me sentía responsable de la situación y de esa manera me comporté. Enseguida, esbozaste la sonrisa que esperaba que hicieras y accedí a tu llamado, como quien acepta lo inevitable.
Empezaste a retroceder buscando toparte con algo que te frene el paso. Unas facciones en un rostro sin tensiones y relajado me llamaban. En mi trayecto no dejé nunca de mirarte a los ojos, los cuales noté colmados de experiencia, y eso me acobardó un poco. Te tomé por el brazo y me acerqué de a poco esperando que reacciones. Al acercarme lo demasiado pero sin llegarte a tocar, dimos inicio al acto del sentir y no ver. Así fue en principio, que como dos peces fuera del agua, nos buscamos en el aire desesperados, golpeándonos las mejillas y narices con fuerza. Parecían cornadas que surgían de la atracción que nos teníamos. Como si nuestro propósito fuera rodear al otro por completo, abrazarnos prácticamente por el cuello.
Cuando no me distraía, mi atención estaba exclusivamente puesta en vos, y te escuchaba salir a respirar a la superficie, por fuera de nuestras formas, del enredo, y sentía como te apoyabas rendida a mi oído, el cual atento y presente, esperaba la respiración entrecortada. Mi mano se zambullía en lo más hondo de tu pelo y se encontraba en la desesperación de querer tomarlo todo y que se le escurra entre los dedos. Todavía no nos habíamos besado. La bronca, el deseo o el hecho de no poseernos, hacían que entremos en un estado de canivalismo puro. El golpe de nuestras caras tornaba a una intensidad que nunca habíamos presenciado. La respiración a este punto se hacia más compleja y digna de escuchar. La otra mano, te tomó de la cara con fuerza tratando de calmarte, como queriéndote ordenar quien lleva el acto, pero fue en vano. Me tomaste por la espalda y sentí el dolor en un zarpazo. Con una de mis manos te levanté sintiéndote más liviana que nunca y te mantuve así, sin tocar el piso. El tiempo valió la pena, mi boca se entrelazó con la tuya al fin. Nos desmenuzábamos los labios, en un acto de alimentar el deseo. El deseo como sabes, es el deseo del otro y nos potenciábamos. En ese estado, un poco fatigados y mareados, fuimos a la cama. Nos alejamos lo mínimo necesario como para poder vernos con los dos ojos y tras un instinto animal, notamos que al besarnos nos hacíamos daño. No nos molestaba ni nos hacía sentir culpables. De hecho nos daba placer lastimarnos. Un placer que nacía de la falsa ilusión de que se digería una porción del otro y así, de alguna manera creer que lo poseíamos.
La sangre tibia, empezó a brotar de donde parten tus labios,y terminó cayendo a cántaros por un lado de tu mejilla siguiendo su ruta hasta la almohada de funda blanca. Al mordernos, desparramábamos un poco del otro por nuestras caras y nos fundíamos en ese acto. Las pinceladas de un rojo vivo, nos alistaban para la guerra que acababa de empezar. Lo notamos en el momento pero no nos interesaba. El verte sufrir me seducía, pero noté que el mal sentimiento era mutuo. Te tomé fuerte de la cara. Hiciste lo mismo conmigo, como si nos amenazáramos a atacarnos. Nos mostramos los dientes manchados, para ver quien había salido más ileso. Un acto digno de inseguros, ya lo sé. Enseguida, tomamos la distancia que ya conocíamos, degustamos la sangre del otro en nuestras bocas y así olimos lo ambiguo que hacia a la seducción.


Foto: Nan Goldin

sábado, 9 de septiembre de 2017

Dedicatoria de un silencio


Desde que la vi supe que había cierta conexión. Era muy bonita desde ya, pero encontré por primera vez una situación extraña en mi cuerpo, algo que no llegaba a vislumbrar bien que era, ni de qué zona en particular venía, podría decir que hablo de una sensación más bien que me cubría por completo. Se expandía por momentos un poco más allá de mis límites y me dilataba el cuerpo, era algo que sentía en la parte externa de la piel, una sensación similar a como cuando uno se encuentra afiebrado.
Convivía con eso durante un lapso de tiempo y luego me abandonaba. Era extraño, porque no me volvía triste, tampoco feliz, sino que era una perturbación neutra. Algo que iba y venía. Entendí que ese estado iba, cuando me separaba de ella y venia cuando se acercaba. Era una cuestión de distancias.
Ni siquiera y esto podrán no creerme, me hacía falta verla para saber que estaba cerca. Era como si hubiese un radio preestablecido en mí, en el cual cuando ella entraba,  yo inmediatamente la reconocía.
Las demás personas se daban cuenta de lo que me ocurría. Digo, me notaban raro y hasta me han preguntado si me sentía bien, como si mostrara rasgos de que algo andaba mal. Mi cuerpo me delataba. Entraba en un nivel de nerviosismo tal, sabiendo que la podría ver en cualquier momento, que me hacia actuar, pero para no defraudarla con mis actitudes. Era una máscara, para ocultar todo lo que me pasaba, porque mi yo en esa temprana edad no tenía aún la demasiada confianza como para mostrarse tal cual era. Hasta mis novias notaban algo extraño. Todas en algún momento de la relación mostraban celos o me hacían saber de su incomodidad hacia ella. Yo no daba motivos, ni había situación que sea la detonante de estas actitudes. De hecho había momentos en los que realmente la olvidaba y ellas la volvían a traer a mi vida. Para mí con solo verla a ella sin saber todo esto, ni las situaciones juntos que hubiésemos tenido, notaban lo que generaría en mí. Y pienso que no la juzgaban por una cuestión meramente superficial ni de algún tipo de belleza que presentara, sino porque se sabía que había una conexión, que iba más allá de lo corporal y traspasaba  a lo espiritual.
No solo eso la volvía a traer a mi vida. Escuchar que alguna otra mujer tenía el mismo nombre, no sé por qué, pero me hacía pensar que me conectaría con ellas. Como que proyectaba en cada una eso que había sentido y me hacía creer que eran especiales de antemano cuando no debía por qué ser así.
Hubo situaciones que confirmaban lo que yo siempre pensé y quizá hubo más que no, pero son estas las que recuerdo porque justamente justifican mi accionar. Esta distancia en la que nos encontramos desde hace mucho tiempo, es en parte por culpa mía. Ella hizo su parte y se abrió a mí, y yo para tenerla la ignoré. Manifestarle lo que siento, romper el silencio, es en parte arriesgarse a perder esa conexión, es que todo esto no tenga ningún tipo de sentido. Se encuentra basado en un instinto de supervivencia. Y aquí estoy, vivo pero incompleto.