domingo, 15 de marzo de 2020

Yo le narré el modo en que don Juan logró hacerme entender en qué consistía la impecabilidad. Atravesábamos un día un barranco de paredes muy empinadas; un enorme peñasco se desprendió de su sostén rocoso y cayó con fuerza formidable al fondo del cañón, a veinte o treinta metros de nosotros. El tamaño de la piedra hizo que su caída resultara impresionante. Dijo que la fuerza que rige nuestros destinos está fuera de nosotros y nada tiene que ver con nuestros actos ni con nuestra voluntad. En ocasiones, esa fuerza nos lleva a detenernos en el camino para inclinarnos a atar los cordones sueltos de los zapatos, como yo acababa de hacer, y ganar así un momento precioso. De seguir adelante, era indudable que el inmenso trozo de roca nos hubiese aplastado. No obstante, otro día, en otro desfiladero, era probable que la misma decisiva fuerza exterior nos obligara a anudarnos los cordones en el preciso lugar sobre el cual descendiera un canto rodado de iguales dimensiones. En ese caso, nos hubiese hecho perder un momento precioso: de continuar caminando, nos habríamos salvado. Don Juan concluyó que, dada mi total falta de control sobre las fuerzas que decidían mi destino, el único acto de libertad posible consistía en atarme los cordones impecablemente.

(Carlos Castaneda "El segundo anillo de poder")

viernes, 6 de marzo de 2020

pienso en mis exs, la secuencia se repite:
nos conocimos, nos enganchamos,
ampliamos el círculo;
de repente, todo
al piso.

Te quedaba lindo el conjuntito rojo.-

martes, 3 de marzo de 2020


es la tercera vez
que la invito a tomar un vino a casa 
esta vez de vuelta me dijo que podría ser
es la tercera vez 
que no me dice que no
no importa cuántas veces sean
importa que no me haya dicho
no
sean una, dos, tres
las que sean,
me dijo que podría ser
y yo le creo
(se que la gente miente
pero les sigo creyendo)
mis amigos me dicen
que tenga un poco de orgullo, un poco de amor propio,
que no la invite más
y que espere, vas a ver cómo viene
el tema está
en que yo no tengo orgullo
y el ego, con el tiempo, se me fue puliendo
habrá sido por los “golpes de odio de Dios”,
como dice Vallejo
o la meditación trascendental
a la cual llegue por medio de David Lynch
o los años, las enfermedades,
el cáncer,
las tantas veces que fui a Chacarita, no lo sé yo,
pero eso a uno lo va acostumbrando, eso a uno
le da temple, lo prepara con carácter y le muestra la fragilidad,
el delgado vidrio del que estamos hechos
es por eso, que seguramente
la invite una cuarta vez a tomar un vino
y me diga nuevamente, que podría ser,
no me repercute, no lo sabe,
sea con ella,
con otras
mujeres
o solo
yo
tomo el vino
ese es el plan no?

domingo, 1 de marzo de 2020

no es la primera vez que me pasa:
también creí que Leo Mattioli gritaba, "hay amor!".