martes, 16 de diciembre de 2014

Sobre las revoluciones (y los sueños)


A: Supongo que sabes que uno de los dos va a morir. Es posible que los dos. Morir por dinero es una estupidez.
B: Y morir por una mujer aún lo es más. Sea la que sea, incluso ella.
A: ¿Cuánto tiempo vas a retenernos?
B: Un par de horas. Y lo que pase aquí ya no importará. Ella volverá a ser la señora Grant.
A: Pero eso no cambiará nada. Ella es mi mujer. Antes, ahora y siempre.
B: Nada es para siempre, excepto la muerte. Pregúntale a Fierro, a Francisco, a los del cementerio de los hombres sin nombre.
A: Todos murieron por un ideal.
B: ¿La Revolución? Cuando se acaba el tiroteo y se entierra a los muertos, llegan los políticos y se convierte en una causa perdida.
A: Así que ... tú quieres la perfección o nada. Eres demasiado romántico, compadre. La Revolución es como una bella historia de amor. Al principio ella es una diosa, una causa pura. Pero todos los amores tienen un terrible enemigo.
B: El tiempo.
A: Nosotros la vemos tal como es. La Revolución no es una diosa sino una mujerzuela. Nunca ha sido para mí santa ni perfecta. Por eso huimos, y encontramos otro amor, otra causa. Asuntos rápidos y sórdidos. Lujuria, pero no amor. Pasión pero sin compasión. Y sin amor ... sin una causa , no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fé. Nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable...






Película: Los profesionales. Director: Richard Brooks. Año: 1966
Mural: David Alfaro Siqueiros. Fragmento del mural "Del porfirismo a la revolución"

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