martes, 5 de noviembre de 2019

Un paranoico al revés

"Si empiezo a ir a un analista o cuando empiece, quiera Dios que tenga la previsión de llamar a un dermatólogo. Un especialista en manos. Tengo cicatrices en las manos por tocar a cierta gente. Una vez, en el parque, cuando Franny todavía estaba en el cochecito, apoyé la mano en la pelusa de su coronilla y la dejé un largo rato. Otra vez, en el Loew de la calle Setenta y Dos, mientras veíamos con Zooey una película de fantasmas. Tenía seis o siete años y se metió debajo del asiento para no ver una escena de terror. Puse mi mano sobre su cabeza. Ciertas cabezas, ciertos colores y texturas de pelo humano dejan marcas permanentes en mí. Otras cosas también. Una vez Charlotte se me escapo del estudio y yo la atrapé del vestido para detenerla, para que se quedara junto a mí. Un vestido de color amarillo que me gustaba porque era demasiado largo para ella. Todavía tengo una marca amarillo limón en la palma de la mano derecha. Ah, Dios, si se me puede aplicar un nombre clínico, soy una especie de paranoico al revés. Sospecho que la gente conspira para hacerme feliz".

Salinger


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